Cristina C. Laforet: "Era casi un deber hacia mi madre rescatar su vida"

  • Hija de la autora que ganó el primer Premio Nadal de la Historia, esta artista, pintora y escritora, acaba de publicar "Música Blanca".
  • Se trata de una obra que nos acerca a la figura de su madre, Carmen Laforet, que sufrió una enfermedad degenerativa.

Cuando Carmen Laforet quedó despojada hasta de la palabra por una enfermedad degenerativa, su hija, Cristina Cerezales Laforet empezó a escribir la vida de su madre a través de sus pensamientos y de anotaciones y cartas de la ganadora del primer Nadal. Cuando encontró un trébol de cuatro hojas supo que debía publicar Música blanca (Destino). Le había pedido a su madre una señal, y no lo dudó ante aquel hallazgo, ya que Laforet siempre encontraba tréboles de cuatro hojas y ella jamás, salvo aquella vez.

¿Por qué este libro?

En los últimos años de su vida, mi madre estaba bloqueada para la palabra, pero yo veía que ella por dentro estaba creciendo y empecé a recrear sus pensamientos, ayudada de escritos de ella. Así fui recreando los diferentes momentos de su vida. Lo recogía para mí, no pensaba publicarlo, hasta que un día, poco después de la muerte de mi madre, Carmen Balcells me dijo «escríbelo». Pensé que iba a ser difícil pero en cuanto empecé me salió todo.

¿No da miedo desnudarse tanto?

Yo me siento muy bien, ha sido cerrar un círculo abierto. Escribirlo me ha hecho entenderlo todo. Ha sido como volver a cogernos de la mano... Era casi un deber hacia ella rescatar su vida.

¿Cómo era Carmen Laforet?

Era muy distraída, siempre estaba metida en sus creaciones y en su mundo. Era una persona muy alegre pero muy severa y estricta con nosotros, aunque yo siempre vi que era muy justa. Lo que sucedía es que nosotros habíamos heredado de ella su afán de libertad y eso chocaba con la estricta educación.

¿Por qué cambió tanto su literatura?

Tuvo una experiencia mística que le duró tres días y a raíz de ella se metió mucho en la religión, tan castrante en aquella época. Se confundió y su afán de libertad se vio reducido por esta causa. Llegó a enfermar.

Su vida era escribir, pero sufrió mucho por ello...

Es que no le gustaba ser escritora, rechazaba esa condición. No soportaba que su vida y su obra estuvieran en tela de juicio.

Ganó la primera edición del Nadal, ¿cómo lo recibió?

Al principio con gran entusiasmo, pero luego esa fama es la que más le dolió. Era una época difícil para la mujer y aunque hubo muchos escritores que la apoyaron, hubo otros, como Umbral, que la machacaron hasta el final.

Dice usted en la obra que fue una pena que Laforet no pudiera saltar de un lenguaje a otro, ¿por qué?

Porque yo lo he hecho y fue una suerte. Cuando llegué al silencio en la pintura empecé a escribir. Su primera vocación fue ser pintora, pero nunca lo desarrolló. Decía que era negada para la pintura, pero yo sé que no por sus dibujos.

¿Fue una luchadora?

Luchó por su libertad pero estaba muy condicionada y tenía mucha inseguridad

¿Se opuso a que sus hijos fuerais artistas?

No quería, pero cuando los cinco elegimos caminos artísticos, nos apoyó.

¿Le dio algún consejo que le haya servido siempre?

Sí, una vez me dijo: «Cuanto más humildemente hagas tu obra, mejor».

¿Siempre ha escrito?

Sí, desde niña lo he hecho y siempre fue un gran placer, pero huí de la escritura porque mis padres eran escritores y el nombre de mi madre me marcaba. Incluso en la pintura yo era la hija de Carmen Laforet.

¿Es difícil ser hija de Laforet?

Sí, pero hay una parte magnífica y es que te abren las puertas. Ahora, que estoy reconciliada con ello, me parece bonito. Ya no necesito demostrar nada, pero hay un tiempo en la vida en que parece que uno tiene que demostrar algo.

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