María Lázaro, autora de 'Redes sociales y menores': "Si tu hijo se descarga una aplicación ábrete tú también una cuenta"

  • La experta en marketing 'online' disecciona los riesgos y beneficios de una tecnología que seguirá marcando el futuro. 
María Lázaro, autora del libro 'Redes sociales y menores. Guía práctica'.
María Lázaro, autora del libro 'Redes sociales y menores. Guía práctica'.
Jorge París
María Lázaro, autora del libro 'Redes sociales y menores. Guía práctica'.

¿Qué hacer cuando tu hijo comienza a interactuar con internet y las redes sociales? ¿Cómo conseguir que haga un uso responsable de las nuevas tecnologías? ¿De qué forma explotar el potencial positivo de estas herramientas y minimizar sus riesgos? Las respuestas a estas y otras preguntas es posible encontrarlas en 'Redes sociales y menores' (Ed. Anaya Multimedia).

Con este libro, María Lázaro pretende aportar una guía práctica para padres y profesores. Experta en marketing online y redes sociales, profesora de posgrado y madre, en estas páginas ha querido plasmar su experiencia en la materia, junto a la visión de especialistas en diversas áreas, como la psicología, la pedagogía, el derecho o la ciberseguridad.

¿Por qué decide escribir este libro? Llevo veinte años trabajando en marketing online y me he especializado en temas de redes sociales. Por otro lado soy profesora de másteres de Marketing Digital y Social Media. Me encuentro con chavales de postgrado que tienen ya 25 o 26 años y que llegan muy preocupados por su marca personal porque ya están en una fase en la que buscan la empleabilidad. Además soy madre de dos adolescentes. He visto el desconcierto que hay en los colegios, entre los profesores, entre otros padres...  De la mezcla de todo, cuando Anaya me preguntó de qué quería escribir respondí que de esto. Quería hablar de lo que he visto, de lo que sé, de lo que he tenido que afrontar.

¿Sabemos bien qué es una red social? Sabemos que pueden suponer el acceso a contenidos peligrosos o con cierto riesgo pero no tenemos interiorizado hasta dónde llegan. Muchos videojuegos por ejemplo son también redes sociales en las que los chavales pueden chatear.

¿Qué deben hacer los padres? Aconsejo firmar un pacto por el buen uso de la tecnología cuando el niño empiece a relacionarse con ella. Establecer con él cuestiones como que durante las comidas y por la noche no se usa el móvil, que nos avise si tienen algún problema o si le salta algo que desconoce, que nos enseñe lo que considere interesante... Hay muchos modelos pero viene bien que cada familia tenga el suyo porque para hacerlo primero tienes que hablar con tu pareja y luego, con tu hijo. Se trata de acordar unas normas y de responder a los porqués que le surjan.

maría lázaro

  • Licenciada en Periodismo, lleva veinte años trabajando en marketing online y se ha especializado en redes sociales. Autora también de 'Community manager. La guía definitiva', además de docente de másteres de Marketing Digital y Social Media, desde 2017 es directora de Desarrollo Corporativo en el think-tank Real Instituto Elcano.

Para eso deben aprender los padres primero. Es fundamental. Y saber que esto cambia muy rápido. Si tu hijo se descarga una aplicación ábrete tú también una cuenta, mira cómo funciona. Y si no sabes cómo funciona te informas, porque eres tú el que le tienes que enseñar y acompañar en ese proceso. Enséñale a deshabilitar los chats, a que su perfil sea privado, a que solo admita a personas que conozca, muéstrale que Instagram por ejemplo puede ser una forma de hacer fotos al mundo y no solo una plataforma para subir selfis... Las claves además las tienes que tener tú. No solo por un tema de acceso sino por si se le olvidan. Y debes estar con él cuando publica, ver qué contenidos sigue... Para ellos ahora las estrellas son los tiktokers o los instagramers y si no estás ahí no sabes quiénes son. 

¿Tienen los adultos que moderar su hiperconectividad? Una encuesta que recojo en el libro a niños de 9 a 13 años señala que el 50% sienten que sus padres no les escuchan. Nosotros mismos tenemos que ser conscientes de qué uso y abuso hacemos de la tecnología porque sino va a ser muy difícil que a nuestros hijos se la podamos racionar. Hay que decirles que es algo secundario. Y que no pasa nada por no contestar a los mensajes al instante. Si algo tiene de ventaja este entorno es que es asíncrono. Tienes que ser tú el que decida cuándo utilizas el dispositivo. Y si les pides que dejen de usarlo proponles actividades alternativas.

¿Qué papel juega la escuela? En algunos colegios se empiezan a ver temas de tecnología, scratch [programación],... aunque poco. Depende de los recursos que tenga el centro y hay una brecha muy grande entre privados, públicos y concertados. Los colegios desempeñan un papel fundamental para transmitir valores pero no se puede delegar toda la responsabilidad en los profesores. Algunos quieren innovar pero, primero, tienen un currículum que hay que aplicar y segundo, muchas veces se encuentran con el marco normativo. Hay actividades que se podrían hacer pero en Madrid por ejemplo se han prohibido los móviles en clase salvo que el programa lo permita. 

Se tiende a demonizar lo que no se conoce pero cuando no lo conoces no sabes qué uso positivo le puedes dar

¿Se demonizan demasiado la tecnología y las redes sociales? Se tiende a demonizar lo que no se conoce pero cuando no lo conoces no sabes qué uso positivo le puedes dar. Es cierto que tienen una parte de acceso a contenidos que generan riesgo: sexting, acoso, cibercontrol, el uso que hacen de nuestros datos... Pero no son buenas ni malas per se. Qué hubiese sido de nuestros chavales si no se hubiesen podido comunicar a través de la tecnología durante el confinamiento. Tienes que conocer cómo funcionan, lo que hay detrás de ellas, y en función de eso decidir qué uso le vas a dar. Hay profesores dando clases de forma muy creativa a través de Tik Tok y otros motivando a los alumnos a que investiguen sobre un tema y transmitan ese conocimiento a través de Instagram. También pueden fomentar las competencias STEM [Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas]. Todo lo que tenga que ver con programación está íntimamente vinculado con las matemáticas y el pensamiento lógico.

¿Pero hay también mucho contenido que no aporta nada? Hay de todo. Es verdad que hay una necesidad de estar siempre presente ante la audiencia que antes no podías ejercitar. Eso hace que la mayor parte de los contenidos no aporten nada. Y es muy difícil discriminar el grano de la paja. Hay que hacerles entender desde muy pequeños que no pasa nada si simplemente ese contenido lo ven divertido. Sí pasa si por querer parecerse a esos influencers empiezan a exponerse. Ese es el peor riesgo. Tiene que saber que lo que la gente está mostrando es un fragmento muy pequeño de su realidad. 

El postureo. Claro. Es muy fácil mentir en el entorno online y además tienen que saber que la gente normalmente muestra solo lo que le va bien. Siempre hay una realidad que no te van a contar. Y tienen que entender que no son ni mejores ni peores por tener más o menos me gustas en sus publicaciones. No tienes que gustarle a todo el mundo y tienes derecho a sentirte mal. Pero para hacerle entender al chico que se puede sentir mal, los padres tenemos que mostrarle si nos sentimos tristes, que entienda que se pueden contar las emociones. 

¿Qué va a suponer la pandemia de la Covid en la relación de los menores con las redes sociales? Va a acentuar un hábito que ya existía. El consumo, y sobre todo a esas edades, no va a parar. Lo que puede ocurrir es que cambien. Ahora de Instagram se están yendo a Tik Tok pero se pueden ir a otra, como Triller. No sé si Facebook existirá dentro de diez años. Sí sé que si no habrá otra cosa. Quizás con otras normas. Quizás se tengan más en cuenta las políticas de privacidad y nos pongamos más serios con el tipo de contenidos que se permiten. Quizás la UE consiga controlar más la desinformación y las plataformas asuman más su responsabilidad ética y social como difusores. Pero más que el riesgo a una hiperconexión me da miedo la brecha digital y la cantidad de chavales que se están descolgando del sistema educativo. Corremos el riesgo de que esa brecha se agrande mucho más.

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