En la búsqueda por la piel perfecta recurrimos a distintos productos para conseguir tenerla luminosa, tersa, lisa y sin imperfecciones. Si este último es uno de nuestros problemas, el ácido salicílico es la solución.

Se trata de un activo limpiador, exfoliante y regulador de sebo cuyos beneficios en la piel son varios, desde la eliminación de granitos hasta la desaparición de manchas, por lo que se ha convertido en un básico en su rutina para muchas personas. 

El ácido salicílico proviene de la corteza de sauce y se trata de un betahidroxiácidos (BHA). Esta composición hace que sea soluble en aceite, por lo que es capaz de penetrar en los poros para eliminar cualquier tipo de impureza, disolviendo la suciedad que los tapona y los limpia en profundidad, actuando también como antiinflamatorio.

Su parte ácida hace que sea un gran exfoliante para la piel, por lo que debemos tener cuidado a la hora de aplicarlo para no acabar con la cara irritada o algunas partes descamadas. Para ello, tenemos fijarnos que el producto no supere una concentración más alta que un 2%.

Las propiedades principales del ácido salicílico son eliminar la capa superficial de la epidermis, siendo eficaz para tratar el acné y sus lesiones como las cicatrices superficiales y las arrugas. También es capaz de eliminar las espinillas y células muertas, y regula el sebo de las pieles grasas y con tendencia acnéica.

Finalmente, para asegurarnos de que lo usamos con seguridad, es mejor no mezclarlo con el retinol, ya que podría causar irritación en las pieles más sensibles. Para evitar las manchas solares, ya que al ser un exfoliante estamos más expuestos a ello, tendremos que usar crema solar de alta protección tanto en invierno como en verano, ya que los rayos UV actúan con la misma intensidad aunque esté nublado.