Tres hospitales de la región disponen de camas-cárcel para presos

  • Hay camas en el Carlos III, el 12 de Octubre y el Gregorio Marañón.
  • Los ingresan habitualmente por dolencias vinculadas al VIH.
  • El jueves asesinaron a un narco colombiano que carecía de custodia.
Viñeta cómica de nuestro ilustrador Eneko sobre el mundo hospitalario. (ENEKO)
Viñeta cómica de nuestro ilustrador Eneko sobre el mundo hospitalario. (ENEKO)
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Viñeta cómica de nuestro ilustrador Eneko sobre el mundo hospitalario. (ENEKO)

Son las típicas habitaciones de hospital, con su cama, sus paredes blancas y sus aparatos sanitarios. Pero las ventanas tienen rejas, hay cámaras y los médicos tienen que identificarse para tratar al paciente.

Son las unidades de custodia en hospitales, habitaciones en clínicas que actúan como cárceles para ingresar a presos enfermos.

Tres hospitales de la región disponen de estos módulos, en alas aisladas. En el Carlos III hay 6 habitaciones y 12 camas para los reclusos de Alcalá Meco; en el Doce de Octubre, otras 6 habitaciones y 12 camas para los presos de Valdemoro y Navalcarnero, y en el Gregorio Marañón, 3 habitaciones con 19 camas donde van los internos de Soto del Real y Aranjuez, según el sindicato de prisiones Acaip.

Estas habitaciones funcionan bajo el régimen penitenciario, con custodia policial en los accesos y control de visitas regulado. Incluso los sanitarios tienen que mostrar su identificación al entrar.

Enfermos de VIH

La estancia media de los pacientes es de 7,4 días y la enfermedad más habitual es la infección por VIH (el 20,3% de los ingresos), seguida de afecciones del aparato digestivo (17,4%) y lesiones o envenenamientos (6,9%).

Cuando un preso necesita ir a la consulta de un especialista acude custodiado por la Policía y se le da prioridad sobre el resto de pacientes. La Comunidad estudia la posibilidad de que los médicos acudan a las prisiones. Las detenidos no necesitan ingresar en los módulos especiales, aunque sí deben tener custodia.

El caso de Leónidas Vargas, el narco asesinado a tiros el pasado jueves en el Doce de Octubre, es distinto. No estaba preso, sino bajo arresto domiciliario y, por su precaria salud, tenía permiso para ir al hospital.

El juez dictó vigilancia, pero no creyó necesario controlarlo exhaustivamente, ya que «era evidente que no iba a fugarse; la Policía hizo bien en no vigilarlo las 24 horas», matizaron desde la Audiencia Nacional.

La Policía elude responsabilidades en la muerte, ya que, «si se sentía amenazado, tenía que haber pedido protección», añadieron desde la Jefatura.

No obstante, un día antes del crimen la inteligencia colombiana detectó llamadas entre narcos en las que hablaban del asesinato de Vargas.

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