Tanta Europa
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Los efectos en Europa si ganan Trump o Biden las elecciones de EE UU y la teoría del 'efecto Obama' que nunca llegó

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de EE UU, Donald Trump.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de EE UU, Donald Trump.
EUROPA PRESS
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de EE UU, Donald Trump.

Biden no es Trump, pero tampoco el salvador. Esa puede ser una frase que resuma la postura de la Unión Europea ante las elecciones en Estados Unidos que se celebran el próximo 3 de noviembre. "Hay demasiado optimismo con una posible victoria de Joe Biden, y es mejor apostar por la cautela", confirman fuentes comunitarias a 20minutos. Lo cierto es que si bien Donald Trump supone un 'problema' para la UE, no queda del todo claro que la solución pase por un triunfo demócrata. Todo ello a pesar de la insistencia de Biden por calmar las aguas con Bruselas.

"No volverán los viejos tiempos, si es que alguna vez existieron: también Joe Biden y los Demócratas tendrán claras expectativas". Esa postura que tiene el Gobierno alemán es extensible a toda la UE. Uno de los motivos fundamentales para estas reticencias reside en el papel del Reino Unido. Trump mira cada vez más hacia el Gobierno de Johnson, pero Biden también lo hará en caso de llegar -o volver- a la Casa Blanca. De hecho, en 2016, cuando todavía era vicepresidente de la administración Obama, aseguró que EE UU mantendría una "relación especial" con los británicos.

Lo cierto es que se sigue hablando de un 'efecto Obama' que nunca terminó de llegar a Europa. Las relaciones UE-EE UU bajo su administración no sufrieron grandes cambios. Antes de su llegada al poder, Obama había dejado la puerta abierta a tener una buena relación con Bruselas, y aunque fueron menos tensas que en otros momentos, las conclusiones no fueron todo lo buenas que las voces más optimistas habían aventurado. Tampoco Biden parece que vaya a alcanzar ese logro de "suavizar" las tensiones (o no del todo).

Las fuentes comunitarias consultadas son, precisamente, cautos. "Es cierto que a Europa le vendría mejor una victoria de Biden aunque solo fuera por tener una mayor fluidez comunicativa", aclaran, pero reconocen que "no sabremos cuál será su deriva hasta que no se ponga a trabajar en caso de ganar". Para la UE, la era Trump ha supuesto "no solo tensiones", sino también un alejamiento que es "más negativo que positivo".

"Conviene no ilusionarse en exceso respecto a las elecciones en Estados Unidos, al menos desde la perspectiva de lo que puedan suponer para la relación trasatlántica, una relación vital y estratégica para ambas partes (pero sobre todo, para Europa)", añade en esa línea también Salvador Llaudes, Associate Fellow en el German Council on Foreign Relations (DGAP). Va a lo práctico. "Tenemos un ejemplo cercano en el tiempo: la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. Pues bien, las expectativas que algunos tenían de una nueva edad dorada para las relaciones EEUU-UE se vieron rápidamente decepcionadas, a pesar de la (excelente) retórica del presidente Obama". 

Algo similar puede suceder si vence Biden. "Pensar que con la llegada del demócrata a la presidencia estadounidense se van a revertir todas las medidas de Trump en política exterior puede resultar iluso en exceso", reitera el experto. El descreimiento de los EE UU en los beneficios de la globalización "es algo casi ya estructural y, por tanto, requiere de mucho más que un cambio en la Casa Blanca". En todo caso, e"s cierto que si Trump resulta reelegido podemos prepararnos para lo peor: (más) insultos a los socios europeos, recrudecimiento de la guerra comercial o, incluso, atreverse definitivamente a dejar atrás a la OTAN".

En materia comercial Trump y Biden no son tan distintos. El recién nombrado comisario de Comercio Valdis Dombrovskis ya ha prometido "traer un nuevo ímpetu" a la relación entre la Unión Europea y Estados Unidos tras las tensiones transatlánticas de los últimos años, un esfuerzo que, reconoció, será "más fácil" si el demócrata Joe Biden gana las elecciones estadounidenses. "El comercio transatlántico sigue siendo un motor global de prosperidad. No escatimaré ningún esfuerzo en revitalizar nuestra asociación con Estados Unidos. Traeré un nuevo ímpetu al trabajo transatlántico sobre comercio, tecnología, fiscalidad y la reforma del sistema multilateral, incluido sobre subsidios industriales", prometió el político letón. De todos modos, la relación no pasará del negro al blanco.

En este caso es mejor lo bueno por conocer que lo malo conocido. La Unión es consciente de que con Biden las relaciones se normalizarían, el tono cambiaría y las amenazas desaparecerían. Ese no es el perfil del candidato demócrata. Un ejemplo de esto son los aumentos de aranceles, una herramienta de coerción utilizada por Trump casi desde su llegada al Despacho Oval. "Los aranceles adicionales no son de interés económico para ninguna de las partes. Si Estados Unidos no elimina los aranceles impuestos a las exportaciones de la UE, nos veremos obligados a ejercer nuestros derechos e imponer aranceles similares", avisó recientemente la Comisión Europea. En manos de Biden está, si gana, acabar con este 'conflicto'.

En agosto se trató el último capítulo sobre este asunto. Pese a la insistencia de Trump en la efectividad de los aranceles como arma comercial, los empresarios han mostrado sus recelos, especialmente en medio de la grave crisis económica que vive el país en medio de la pandemia de la Covid-19. "En un momento en el que la industria de la hostelería está luchando por su vida, cualquier arancel adicional tendrá efectos catastróficos y agravantes en los próximos años, un golpe brutal para muchos", expresaron.

La relación, eso sí, no será solo comercial. En los últimos tiempos ha ganado importancia la vertiente geopolítica, sobre todo desde la llegada de Ursula von der Leyen a la presidencia de la Comisión Europea. La pandemia no ha alterado los planes y Josep Borrell, como jefe de la diplomacia europea, está trabajando ya en ello. Es un proceso largo: la UE quiere hacer fuerte su autonomía, sin ningún tipo de dependencia de Estados Unidos. Biden, en cambio, no quiere perder ese tanto.

En la UE hay dos vías en términos militares. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Europa depende de EE UU a través de la OTAN, pero las voces a favor de una autonomía militar de la UE son cada vez mayores. Solo con esa 'independencia' la Unión ganará peso en el exterior. Esa postura la defienden, sobre todo, países como Francia o España. En el otro lado están los partidarios de que el vínculo atlantista se mantenga: ahí se posiciona el grupo de Visegrado (Eslovaquia, República Checa, Polonia y Hungría). De nuevo, cierto conflicto norte-sur.

Donald Trump no ha visto peligrar ese papel estadounidense desde que llegó al poder, pero quién sabe si a medio plazo podría perderlo. Joe Biden lo sabe, y dentro de su moderación y buena voluntad hacia la UE, no tiene previsto salir perjudicado de la evolución europea. Lo más efectivo para el candidato demócrata sería, directamente, no abrir ese melón. De todos modos, Biden se mueve entre el interés y la conciliación. Al final, en política exterior no es tan distinto al magnate convertido en político.

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