Los de preguntas cortas te pillan, los de tipo test te restan, pero los de desarrollar… ¡los de desarrollar dejan vía libre a la imaginación! Por eso gustan tanto a los alumnos.
Quizá tengan parte de razón y permitan mayor libertad de movimiento. Pero pensar que son mejores porque consiguen confundir o engañar es menospreciar la inteligencia del profesorado y, precisamente, el que opta por poner una prueba de estas características se preocupa realmente del conocimiento y motiva el buen estudio, a pesar del trabajo que tiene por delante.
Realizar un buen examen de este tipo no es necesariamente fácil. Puede que sí lo fuese en el colegio o en el instituto, dónde tan sólo había que transcribir el contenido de un enunciado. La universidad es otra cosa y, en teoría, consiste en hacer pensar.
VENTAJAS
-Aprendizaje. Saberse como un papagayo todos y cada uno de los temas de una asignatura no garantiza el sobresaliente, ni siquiera el aprobado. Un buen examen de desarrollo busca la comprensión de la materia, y para ello es necesario saber relacionar unas ideas con otras, diferenciar lo importante de lo anecdótico, sintetizar y ser capaz de elaborar un discurso bien escrito y organizado. De ahí que, bien hecha la pregunta, sea el mejor método para comprobar y evaluar el conocimiento.
-Elección. Lo más común es que el alumno pueda elegir una pregunta de dos o dos de tres. Esta característica del examen es enormemente agradecida por los estudiantes, muchos de los cuales dejan sin estudiar una parte de la materia.
Si no da tiempo a estudiar todo, es una opción. Sin embargo conlleva sus riesgos, ya que saber a la perfección un tema no significa saber responder correctamente a una pregunta, ya que puede plantearse de cien mil maneras.
-Pistas. Algunos de estos exámenes contienen subenunciados destinados a orientar al alumno y concretar perfectamente lo que se les pide. El tema puede ser genérico, pero a continuación se aclaran tres o cuatro puntos que deben ser respondidos. Esto resulta de gran alivio para los buenos estudiantes, ya que a menudo sus conocimientos son tan extensos que podrían servir para escribir un libro.
INCONVENIENTES
-Corrección. El profesor tiene una buena papeleta a la hora de evaluar la prueba. Además de tener que leer despacio y con muchísima atención cientos de exámenes y hacer las correcciones y puntualizaciones oportunas, su objetividad puede ponerse en entredicho, ya que a la hora de calificar cada discurso inevitablemente entra en juego su criterio.
-Errores. Entre tantas ventajas, hay un temor generalizado: una equivocación puede conllevar un cero. Y es que lo más importante es asegurarse de la correcta interpretación de la pregunta, que debe ser clara y precisa.
A partir de ahí, mucho cuidado con irse por las ramas y acabar escribiendo de otro tema, o de querer poner tantas cosas y tan rápido que al final no se entienda nada.
CONSEJOS
-Antes. Analiza bien la pregunta y, una vez estés seguro de lo que pide, realiza un pequeño guión o esquema. Procura seguirlo con el orden que ello exige, ya sea cronológico o de importancia, y divide el tiempo disponible entre los apartados, dejando un margen mínimo de diez minutos.
-Durante. Cuida mucho la presentación, resulta casi tan importante como el contenido. Deja márgenes, escribe con buena letra y evita cualquier falta de ortografía. Un examen sucio e inteligible incita a no leerlo o corregirlo de mala gana.
-Después. Deja al menos cinco minutos para leer lo que has escrito. Si has olvidado algo importante no trates de meterlo como sea; pon un asterisco o un numerito y escríbelo en el margen inferior de la página.
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