Después de más de diez años de molestias por la movida, los vecinos de la plaza del Humor habían empezado a dormir por la noche. Hasta el pasado jueves. A pesar de que el Ayuntamiento declaró en julio este espacio como Zona de Especial Protección, cinco meses después los botelloneros han vuelto a tomar la zona y a llevar la fiesta, y la bebida, a las puertas de las casas de los vecinos.

Los residentes aseguran que lo del jueves "no tiene nombre". "Aquí no pudo dormir nadie. Había centenares de personas y ni un solo policía", explica Beatriz Rodríguez, presidenta de la asociación de vecinos Distrito 1. Al día siguiente los afectados fueron a pedir explicaciones al Ayuntamiento por algo que, aseguran, "debería estar más controlado". "Hubo botellón en la plaza y en todo el entorno y es increíble que no hubiese nadie vigilando la zona", aseguran en el barrio.

Piden rondas policiales

Pero la contestación que encontraron en María Pita tras el macrobotellón no ha calmado los ánimos de los afectados. "Nos han dicho que no nos preocupásemos, que era algo puntual porque era el final de curso, pero eso no tiene razón de ser, al menos aquí", dicen los residentes. Y es que la normativa los ampara y según ellos, no hay excusa para que el Gobierno local no vigile la plaza. "Tendría que haber policías aquí de forma permanente o al menos que una patrulla hiciese rondas de forma periódica"», explican.

Los vecinos creen que si la ordenanza contra el botellón no viene acompañada de un refuerzo de agentes de nada sirven las normas. "Ya sabemos que hay más lugares de la ciudad en los que se bebe en la calle y se molesta, pero nosotros hemos conseguido que ésta sea una zona protegida, ¿y ahora qué", afirman, a la vez que reclaman una mayor seriedad para resolver este problema.

Temor a las fiestas navideñas

La plaza del Humor es, junto a la de Azcárraga, una Zona de Especial Protección desde el 7 de julio. La ordenanza establece que en estos espacios no se pueden hacer concentraciones ruidosas entre las 22.00 y las 8.00 horas y los que incumplan la norma se enfrentan a multas de entre 200 y 3.000 euros.

Pero los vecinos aseguran que hay demasiada "pasividad municipal" y temen que lo del jueves sea sólo un aperitivo a lo que vendrá con las fiestas navideñas. "Siempre habrá algo que celebrar pero los vecinos no tenemos por qué pagar esa situación", afirman.

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