En qué consiste el síndrome de Guillain-Barré, un raro síndrome asociado a algunos pacientes de Covid-19

  • El síndrome de Guillain-Barré es muy raro, pero aparece asociado al coronavirus cinco veces más de lo habitual. 
  • Esta enfermedad afecta al sistema nervioso periférico de manera rápida y provoca debilidad y parálisis.
  • Aunque es grave, la mayoría de los pacientes se recupera sin secuelas 
El síndrome de Guillain-Barré ataca al sistema nervioso periférico e impide que los nervios funcionen correctamente
El síndrome de Guillain-Barré ataca al sistema nervioso periférico e impide que los nervios funcionen correctamente
irfan ullah / Pixabay
El síndrome de Guillain-Barré ataca al sistema nervioso periférico e impide que los nervios funcionen correctamente

La COVID19, enfermedad que puede producir el coronavirus SARS-CoV-2 tiene muchas manifestaciones o síntomas, desde los más típicos, como son la fiebre, la tos o la dificultad para respirar, hasta otros menos frecuentes, como los dolores musculares, la pérdida de olfato o la diarrea. Si embargo, esta enfermedad tan nueva y compleja  puede además hacer aparecer síndromes mucho más inusuales, como el de Guillain-Barré, un síndrome muy raro, pero que, aun siendo inusual, aparece con el coronavirus con más frecuencia de la que cabría esperar, concretamente, está cinco veces más presente en los pacientes de urgencias con este coronavirus que en el resto de pacientes.

Qué es el Síndrome de Guillain-Barré y por qué ocurre

El síndrome de Guillain-Barré (GBS, siglas en inglés) es una enfermedad autoinmune poco frecuente que caracterizada por una parálisis rápidamente progresiva de los músculos del cuerpo. Se produce porque las propias defensas atacan a la mielina, una sustancia que recubre y protege los nervios del sistema nervioso periférico. Esto provoca que los nervios se inflamen, los impulsos nerviosos no lleguen bien y se produzca debilidad muscular e incluso parálisis, que suele aparecer en las extremidades inferiores y entenderse de manera ascendente. Si llega a los nervios del tórax, el paciente puede incluso requerir ventilación mecánica.

Los síntomas suelen ser progresivos, y entre los más comunes se encuentran:

•Dolores musculares

•Pérdida de reflejos en las extremidades

•Entumecimiento y hormigueo

•Dolor similar a un calambre

•Descoordinación

•Presión arterial baja

•Frecuencia cardiaca anormal

Visión borrosa o doble

Dificultad para respirar o tragar

•Desmayos y mareos.

Aunque no se sabe exactamente a qué se debe, sí se sabe que en la mayoría de los casos viene precedido de infecciones respiratorias -como la provocada por el coronavirus o la gripe- o intestinales, como infección intestinal por Campilobacter jejuni, el virus de la mononucleosis infecciosa, Mycoplasma, Zika, el herpes… También puede ir asociado a enfermedades como el lupus o la enfermedad de Hodgkin.

¿Cómo se trata?

El tratamiento para el síndrome de Guillain-Barré debe empezarse de inmediato para que funcione. De hecho, muchas veces no se espera a confirmar el diagnóstico mediante pruebas complejas porque podría retrasar el comienzo del tratamiento, que actúa en varios frentes:

•Síntomas. Se administran medicamentos destinados a mitigar los síntomas que provoca, como analgésicos para el dolor, heparina para evitar trombosis, respiración asistida si ha afectado a los nervios del tórax…

•Tratamiento específico. Para que sea eficaz, se debe actuar rápido, antes de que la enfermedad haya evolucionado durante dos semanas. Los dos tratamientos más efectivos son:

             •Inmunoterapia. Tratamiento con inmunoglobulinas intravenosas (IgIV), que bloquean a los anticuerpos que atacan a la mielina.

             •Plasmaféresis, que consiste en sacar parte de la sangre, eliminar los  anticuerpos que atacan a la mielina y reinyectarla en el organismo.

•Fisioterapia. Cuando pase la fase aguda de la enfermedad, el paciente debe empezar a tratar los problemas de movilidad con rehabilitación y fisioterapia para prevenir secuelas en nervios, músculos o articulaciones.

Aunque se trata de una enfermedad grave, la gran mayoría de los pacientes -más de 95%- se recupera y el 80% lo hace sin secuelas, aunque la recuperación puede llevar desde semanas hasta meses enteros, y algunos se quedan con secuelas de por vida, como parálisis, debilidad, neumonías o úlceras. 

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