Una bomba de 250 kg, de más de un metro de alto y capaz de proyectar metralla a 1,5 km de distancia.

Apareció durante las obras en un garaje de una vivienda en Morata de Tajuña (en la foto) y es uno de los explosivos de la Guerra Civil que recientemente ha desactivado el Grupo Especialista de Desactivación de Explosivos (Gedex) de la Guardia Civil de Madrid.

Aunque no es un ejemplar habitual debido a su gran tamaño, tampoco es una excepción. Se trata es uno de los 592 artefactos que en los últimos cuatro años ha desactivado la benemérita.

Además, "en tres cuartas partes de la región hay todavía cientos de explosivos sin detonar y, en general, todos llevan el explosivo intacto", según el sargento jefe de este grupo.

Son las zonas en la que estaban estabilizados los frentes en la Guerra Civil y por tanto, donde cayeron entre el 80% y 90% de las bombas. "La cantidad lanzada fue muy importante y calculamos que un 10% o un 20% no explotaron", dice el sargento jefe.

Lo normal es que las bombas las encuentren los senderistas y avisen ellos, "pero ir a la Sierra no es peligroso. Es muy difícil que un artefacto explote al pisarlo".

Lo que no hay que hacer es manipular el explosivo o "bajarlo al cuartel, como hace la gente mayor". O lo que es más peligroso, llevárselo a casa: "Además de ser delito, se puede provocar una tragedia".

Esto último es lo que le pasó a un vecino de Morata. Intentaba desactivar un proyectil cuando explotó: "Menos mal que sólo estalló una parte porque sino hubiera afectado a medio pueblo", dice.

Recomiendan que, si se halla un explosivo, se señalice con un palo o una piedra y se llame al 112. Eso sí, no siempre se encuentra una bomba: "Es habitual que la gente confunda una granada con una bola de amortigüador de Citroën".