Estados Unidos sumó ayer una nueva cifra récord de contagios de Covid-19 tras superar los 70.000 nuevos casos por primera vez desde el inicio de una pandemia que sigue sin haber alcanzado su pico en el país norteamericano.

El nuevo máximo alcanzado se vio impulsado por los brotes en estados como Florida, Texas, Georgia y California, éste último, tras haber registrado 7.798 casos nuevos el viernes, se plantea liberar a 8.000 reclusos de una prisión afectada por el coronavirus.

En Florida el continuo crecimiento de casos está causando estragos en el sistema sanitario y, según informa la cadena NBC, siete grandes hospitales ya no tienen camas disponibles en las unidades de cuidados intensivos.

El gobernador de Texas, Greg Abbot, advirtió el viernes de que el estado podría volver al confinamiento si las cifras no mejoran, después de que se registraran 95 muertes relacionadas con el virus en un solo día.

Otra muestra de lo crítica que es la situación en Estados Unidos es el riesgo de que se produzca un desabastecimiento de equipos de protección individual, tal y como ocurrió en Europa al inicio de la pandemia, según advirtió la miembro de la Cámara de Representantes Carolyn Maloney en una memoria presentada en una subcomisión.

El balance provisional de fallecidos -133.969- ha superado ya la cota más baja de las estimaciones iniciales de la Casa Blanca, que proyectó en el mejor de los casos entre 100.000 y 240.000 muertes a causa de la pandemia.

El presidente estadounidense, Donald Trump, rebajó esas estimaciones y se mostró confiado en que la cifra final estaría más bien entre los 50.000 y los 60.000 fallecidos, aunque en sus últimos cálculos auguró ya hasta 110.000 muertos, un número que también se ha superado.

Por su parte, el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca, calcula que Estados Unidos llegará al mes de octubre con unos 185.000 muertos.