Amabilidad en la disco

  • 20 minutos recorre la noche madrileña un día después de que el Ayuntamiento clausurara Macumba, But, Moma y La Riviera.
  • A las 5.30 horas las colas para entrar en los sitios más de moda en la noche de Madrid dan la vuelta entera a la manzana.
  • Los locales de la capital toman más medidas de seguridad.
Cola para entrar en la sala Wind (Centro)
Cola para entrar en la sala Wind (Centro)
JORGE PARÍS
Cola para entrar en la sala Wind (Centro)

Mucha amabilidad y ejércitos de porteros fue lo que un equipo de 20 minutos se encontró en la noche del sábado en la capital, justo una semana después de la muerte de Álvaro Ussía.

El recorrido arranca en la zona de los colegios mayores. En el bar Cábala, en el punto de mira de los vecinos por ruido, los universitarios se extrañaban de que el portero les pidiera el DNI. Pese a las quejas, aseguraban que los problemas "se han solucionado desde que hace año y medio se cambió de dueños".

Unos metros más allá José, director de Cats, asegura tener los papeles "en regla" pese al "nerviosismo" de su batallón de porteros. Él mismo está "al pie del cañón en la entrada de la discoteca desde que pasó lo del Balcón de Rosales".

Algo menos tranquila es la noche en los bares de Luchana, los bajos de Orense y de Torre Europa. Allí, a los agentes les consta que se consume drogas, se deja beber alcohol a menores y se arma mucho jaleo.

Ya en el centro, la presencia de los porteros es muy visible. En Wind (plaza del Carmen), sus trabajadores aseguran que "el Ayuntamiento quiere hacer en unos meses lo que no ha hecho en años".

A las 5.30 h las colas para entrar en los sitios de moda dan la vuelta a la manzana. En la sala Boite, pese a que queda media hora para cerrar, ya no dejan pasar a nadie. La razón: aforo completo. Pese a los ruegos, Alfredo, director de la sala, no deja a nadie franquear la puerta, quizá por miedo a una inspección policial por sorpresa. "Desde lo del sábado pasado, los agentes vienen de malas maneras", lamentaba.

A punto de amanecer, la marcha se traslada para los más noctámbulos a los afters de Chueca, Ópera y Bilbao gracias al boca a boca. Algunos, camuflados en cafeterías.

Sólo en una zona, la de Rosales, el jolgorio da paso a un respetuoso silencio. Decenas de velas y flores recuerdan al joven Álvaro en el Balcón de Rosales.

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