Rulo: "Soy optimista, pero no ciego, va a ser un año durísimo"

  • El líder de Rulo y la Contrabanda ha publicado 'Todavía' un nuevo tema a dúo con Álvaro Urquijo, de Los Secretos. 
Rulo, de Rulo y la contrabanda, en una imagen de archivo.
Rulo, de Rulo y la contrabanda, en una imagen de archivo.
Picasa
Rulo, de Rulo y la contrabanda, en una imagen de archivo.

Los sentimientos no caducan y no tienen temporadas. Por eso, la canción Todavía, el último single de Rulo y la contrabanda se ha publicado y parece hablar de lo que nos sucede y nos ha sucedido con todas las cosas que el conoronavirus frenó o hizo desaparecer. La canción, que se escribió hace un año, está de actualidad. A Raúl Gutiérrez, más conocido como Rulo, le ha acompañado en este tema su admirado Álvaro Urquijo, de Los Secretos, que aporta al tema voz a este tema entre el pop y el rock.

¿Por qué Todavía? ¿De qué habla? Es una canción que en tiempos en los que todo es rápido, comida rápida, relaciones rápidas… habla de todo lo contrario y de fidelidad en todos los sentidos. Habla también de la felicidad, de hecho en el videoclip salen muchas fotos que las fui eligiendo yo todas, le dediqué varios días durante el confinamiento a elegirlas y el videoclip lo que muestra son muchas formas de amor.

Es una canción que se hizo hace un año pero que casualmente viene al pelo para todo lo que ha pasado, es una coincidencia.

Es una temática que no parece muy acorde con la leyenda del músico canalla… Sí, ceñirse a eso es más difícil aún en este mundillo, por eso es más utópico lo que explica la canción. Cobra más fuerza.

¿También en lo de la infidelidad que mencionaba? La fidelidad en el mundo de la música… Mi pareja se dedica a la música y yo también, así que es más difícil… o más fácil precisamente por eso. Nuestra época salvaje la pasamos hace tiempo y sobrevivimos a ella.

¿Es ella la primera que oye sus canciones? Sí y es mi crítica más dura, pero eso es una suerte para mi. Cuando ella dice que una canción mola, es que mola mucho. Los críticos más duros no son los que escriben en los periódicos y tienen fama de duros. Lo peor para un artista es estar rodeado de gente que te adule permanentemente. Y eso pasa más cuanto más éxito tienes. Si el éxito es gigante el círculo de aduladores es más grande.

¿Se pierde el contacto con la realidad cuando estás rodeado de esa gente? ¿Hay que quedarse pegado a la familia? Depende mucho de cuánto te haya costado conseguir ese éxito. Si has estado cargando tu propio amplificador y montándolo en garitos durante años eso te ayuda a relativizar mejor y a elegir el entorno que tienes. También influye el origen. A mi no se me puede ir la pinza porque vendría alguien y me daría una colleja. Mi familia, mis amigos o mi Reinosa, me dirían “oye, frena un poco”.

¿Qué es el éxito? Es dedicarte a lo que te gusta y ser feliz con lo que haces. Pero lo que la mayoría de la gente considera éxito, que vaya mucha gente a verte, ganar mucho dinero y ser muy famoso, a mí nunca me ha pasado.

Pero tampoco es un desconocido… Hemos tocado con La Fuga ante 11.000 personas o ahora llenamos tres veces La Riviera, que son 9.000 personas y a mi por la calle solo me para alguien que conoce mi obra. No soy un personaje, nadie me pide una foto de souvenir.

Así que no vive la fama… No he sentido ese éxito de no poder ir a ningún lado, pero sí he conocido a gente que lo ha sufrido, porque en el fondo se sufre. Yo he sentido siempre que se llenaban los recintos, que tenemos una legión de fans muy fieles y cojonudos, que entienden nuestros vaivenes y las diferentes propuestas, pero no el vértigo de no poder ir por la calle. Tengo lo mejor de las dos cosas, la verdad.

¿Hace mucho ensayo error componiendo? Por cada cuatro o cinco canciones que escribo me quedo una para el disco.

¿Cómo fue ese primer concierto tras el confinamiento? Raro, rarísimo. Llevábamos dos meses en casa en pijama y con la angustia en el pecho y de repente el Gobierno de Cantabria se inventó un ciclo que se llamaba La Cultura Contraataca y contó con cinco creadores de Cantabria. Y tuve la suerte de dar el primer concierto en España después del confinamiento. Me sentí un privilegiado.

Fue en un espacio abierto, con sólo 100 personas, con dos metros de separación. La gente iba con mascarilla pero se la pudo quitar por la distancia y les veíamos la cara. Y desde el escenario veíamos salir a los pesqueros salir a faenar mientras cantábamos, vimos el atardecer… pensábamos que no íbamos a disfrutar tanto y estaba prevista una hora y fue una hora y cuarenta. Y emocionalmente de los conciertos más potentes que he vivido en mi vida

No le da miedo hacer cosas nuevas, ¿no? Con los años me he vuelto más enredador, hacer cosas diferentes me pone, me gusta el aliciente de no haberlo hecho nunca. Hay que tener un nervio que te mantenga vivo como artista, si no, acabas cayendo en la rutina. Me metí en una banda para no tener dos días iguales.

¿Era así ya antes? Con 20 años era más conservador que ahora con 40. No creo que este tipo de conciertos hayan venido para quedarse. Son maravillosos para las circunstancias de ahora, eso sí.

¿Qué le ha aportado trabajar con Urquijo? Yo le conocí en 1989, con La calle del olvido, yo tenía 10 años y recuerdo ese verano perfectamente y a partir de ahí fue mi grupo de cabecera. Cantar con alguien a quien admiro ha sido un regalo de la vida.

¿A sus 40 ha pensado usted ser la referencia para alguien? Me lo dicen pero no me lo creo mucho… Siempre me veo más pellizcándome porque yo canto con gente con la que admiro, más que al revés.

¿Ser una referencia le haría sentir viejo? Nunca vivo emocionalmente de mi pasado, no pienso ni siquiera el día siguiente a que algo ocurra, brindo por ello y a por lo siguiente. Pero durante el parón he escrito un libro en el que repaso mi vida desde el primer concierto a los 14 hasta ahora y me he dado cuenta de que son soy un viejuno pero que ya he hecho muchas cosas.

Rulo, de Rulo y la Contrabanda, en una imagen de archivo.
Rulo, de Rulo y la Contrabanda, en una imagen de archivo.
Picasa

¿Cuántas cosas? Han sido 14 discos, dos bandas diferentes y 26 años como profesional. Han pasado a toda velocidad, eso no me permite hacer algo que no me de placer o que me emocione. No quiero hacer nada que no me guste mucho.

Colecciona guitarras, ¿no? Si, tengo 41 guitarras, 33 son vintage. Mi preferida es una Fender telecaster 1952 completamente original.

¿Recuerda la primera canción que hizo? Si, se llamaba Maldita noche. Terminó repescada en el primer disco de La Fuga.

¿Qué habría sido de no ser músico? Nunca tuve plan b. Cuando dejé los estudios estuve un año entero de nini, volcado en la música. Mi padre me puso a currar de pinche de fontanero con él. Muchas señoras en Reinosa que nos conocían me decían ‘ay, lo de la Fuga es por lo de la fontanería, ¿no?’ y yo les decía que no, que era para escapar de ese curro (risas).

Tiene dos hijos, ¿les recomendaría ser músicos? Pues el pequeño le pega a la batería todo el rato y a la guitarra. Y la mayor estudió piano en el conservatorio y ahora está en una academia de música moderna. Les recomendaría que busquen su verdadera vocación. Les diría: dedícate a lo que te haga feliz.

Si la vocación por la música me hubiera llegado con 35, una hipoteca y dos hijos no habría podido pelear por ella como hice. Yo era 24 horas al día pensando en eso y en mi primera banda había una premisa: no se puede decir que no puedes tocar porque tienes trabajo.

¿La música tiene futuro? El formato ha ido mutando, lo vimos del casette al vinilo, luego el CD, ahora Spoify… la manera de consumirla ha ido cambiando, pero va a estar ahí siempre, es como el aire: se necesita.

¿Cómo ve el panorama con el coronavirus? Soy positivo y optimista, creo que volverán los festivales y los conciertos. Creo que esto es circunstancial. Soy optimista, pero no ciego, va a ser un año durísimo para el sector. Ha sido un palo duro, pero saldremos de él.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento