Mi gato lo pasa fatal cada vez que toca ir al veterinario. Consejos para hacer más llevadera la visita

  • Acostumbrarle al transportín, dejando que pase ratos dentro de él en casa, puede reducir mucho el estrés.
  • En la sala de espera se recomienda no sacarlo de su cesta y mantenerlo sobre las piernas o algún objeto alto.
Gato escondido en un armario.
Gato escondido en un armario.
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Gato escondido en un armario.

A cualquier gato un cambio de ambiente puede provocarle estrés: una mudanza, unas vacaciones, una reforma... Pero cuando se trata de una visita al veterinario, la situación puede complicarse más todavía. El minino sale de su zona de confort (es decir, su casa), se le introduce en un transportín (al que generalmente no está habituado, sobre todo, si suele ir solo de año en año para la vacunación), le sometemos a múltiples estímulos visuales y sonoros (de la calle, el transporte público, el coche...) y luego toca la espera en una sala rodeado de personas ajenas, otros animales a los que no conoce e impregnada de las feromonas de alarma que han dejado otros congéneres que han visitado la consulta previamente.

¿Se puede hacer algo para conseguir que un felino que tiene miedo a ir al veterinario reduzca este estrés? Estos son algunos consejos que pueden ponerse en práctica para hacer de la visita a la clínica un trago mucho mas llevadero para el animal.

Ante todo, mantener la calma

Los gatos perciben el miedo y nerviosismo de sus cuidadores y, por extensión, se contagian de ellos. En el momento de prepararse para salir de casa hay que mostrar naturalidad y tranquilidad. Tampoco es conveniente coger al gato a la fuerza o forzarle a entrar en el transportín, eso no hará más que empeorar las cosas y provocarle mayor ansiedad. Si el gato se introduce por si solo en el transportín se le puede ofrecer un premio para reforzar esta actitud positiva.

Planificar la consulta

Antes de cerrar la cita conviene exponerle la situación al veterinario: explicarle cómo es el carácter del felino, buscar un hueco en el que no tenga que aguardar demasiado en la sala de esperar, encontrar una hora en la que no coincida o coincida con pocas mascotas... En definitiva, dar con un momento de poco ajetreo en la consulta que pueda ayudarle a estar más tranquilo durante su visita. Incluso si la cita es urgente conviene llamar antes a la clínica para evitar situaciones estresantes.

Acostumbrarle el transportín

Este es un punto fundamental y varias las cosas que se pueden hacer para que el gato consiga relacionar el transportín con estímulos positivos y no solo con la odiosa visita al veterinario:

- Un recurso sencillo es el de meter al gato en el transportín de vez en cuando y siempre en ocasiones en las que no va a salir de casa. Se le puede ofrecer comida o premios mientras esté dentro o darle algún juguete. Esto le ayudará a acostumbrarse a este objeto y a no verlo como algo negativo y/o extraño.

- Esta misma acción podemos volver a repetirla unos días antes de la visita. Dejar el transportín en un lugar relativamente escondido o en alto para que lo use a modo de juego o escondite y entre y salga a su antojo. Como en el punto anterior podemos ir ofreciéndole comida, colocar algún juguete dentro o, incluso, alguna mantita que le guste a la mascota para que se eche una siesta dentro.

- Si el gato ha ido en más ocasiones al veterinario conviene limpiar bien el transportín con un detergente enzimático o agua y jabón neutro después de cada visita ya que éste estará impregnado de feromonas que indican peligro y entrar en él le producirá mucho estrés.

- Un rato antes de salir hacia la clínica se puede rociar el transportín con un spray de feromonas que ayudarán al gato a relajarse.

Un desplazamiento relajado

Una vez dentro del transportín y fuera de casa, conviene que el gato viaje lo más tranquilo posible. Si tiene un carácter especialmente nervioso o sensible podemos trasladarlo en coche o transporte público cubriendo el transportín con una tela o pañuelo opaco. De esta forma tan sencilla le daremos mayor sensación de seguridad.

Si se viaja en vehículo propio debe sujetarse al asiento con el cinturón de seguridad para evitar movimientos inesperados, y se se hace en transporte público puede venir bien colocar el transportín sobre las piernas para que se sienta más tranquilo.

En la consulta, extra de atención

Ya en destino, se pueden tomar una serie de medidas que nos ayuden aliviar y minimizar la ansiedad del animal en este ‘punto caliente’ repleto de olores y voces desconocidas.

- En la sala de espera se recomienda encarecidamente no sacar al gato del transportín.

- Conviene no dejarlo tampoco en el suelo, mejor sobre las rodillas, alguna mesita o silla, o, incluso, el mostrador si se permite.

- No enseñar el gato a otras personas ni tampoco presentarle a otros perros y gatos.

- Para la consulta, pueden resultar muy prácticos los transportines de plástico duro que se pueden desmontar quitando la puerta y la parte de arriba. Esto facilitará la exploración sin necesidad de salir de él. Permanecer dentro de ese lugar seguro reducirá mucho su ansiedad.

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