La Ancha es historia, punto de encuentro y rincón de calma para muchos madrileños. Tras esa taberna, que se ha extendido ya a seis locales con distintas propuestas en Madrid y Barcelona, se encuentran los Redruello, cuarta generación de una familia de hosteleros con más de cien años de trabajo en la capital. “Lo que más nos enorgullece es que todo siga siendo un negocio familiar”, explica Santiago, uno de los dos hermanos al frente.
Son una gran familia, pero forman parte a su vez de la vida de muchas otras. “La gente te dice cosas muy bonitas”, cuenta Santi desde uno de sus locales. Y es que, ante la incertidumbre que todos hemos experimentado, los restaurantes y bares se han convertido, con la reapertura, en una vuelta a la vida, en un lugar de reencuentros y alegría. “La normalidad de muchos clientes es salir a la calle, comprar el periódico y venir a comer a La Ancha, porque es un lugar personal, familiar. Porque aporta esa calma”, explica.
Esa belleza de las pequeñas cosas se aprecia más cuando, separados, echamos de menos la tranquilidad anterior; cuando, en la mesa de un local, te sirven lo de siempre y sientes que el reloj se vuelve a poner en marcha. Al otro lado de la barra, quien encabeza el restaurante también sonríe. “Volver a abrir ha sido una gran alegría, sobre todo por cómo han vuelto los clientes, cargados de muestras de cariño y de apoyo”, asegura el responsable.
Nada iguala la mezcla de sentimientos al ver de nuevo a tantas caras conocidas. Esos que llamaban por teléfono para ver cómo estaban (esa parte “fue tremenda”, reconoce el responsable, emocionado), y también los que han acompañado su actividad prácticamente durante su siglo de vida: los distribuidores. “Llevamos casi 100 años de historia trabajando con el Mahou San Miguel”, recuerda Santiago. “Ser cliente de una empresa durante tanto tiempo es genial, con ellos siempre hemos tenido muy buen rollo, una relación muy natural”, apunta.
Ese sentimiento es el que se traslada, precisamente, en #SomosFamilia, el proyecto que surge de la unión de las cuatro marcas icónicas de Mahou San Miguel que ya forman parte de nuestra cultura: Cervezas Alhambra, San Miguel, Mahou y Agua Solán de Cabras. Ellos han tendido la mano a personas como los Redruello, dejando en un segundo plano el 80% de la de los recursos de sus marcas previstos para 2020 para actuar como lo que son: una gran familia.
Una mano amiga
Desde que se reactivó la actividad hostelera, Mahou San Miguel ha aportado cerveza y agua mineral natural que supondrá para sus bares y restaurantes de todo el territorio nacional una facturación estimada de 75 millones de euros; y que ha contado con más de 3000 vehículos para repartirlo, visitando cientos y cientos de locales.
“Se han portado muy bien con este tema, ha sido una iniciativa muy bonita”, apunta convencido Santiago. ¿El secreto? “Creo que realmente lo sienten, que hay una relación real de personas a personas, y que, al basarse en algo real, han echado una mano de forma muy acertada”, explica. Y es que, asegura sonriente, “existe un cariño, y eso es así”. Salir de esta, afirma, “es algo que ocurrirá apoyándonos entre todos”.
Las medidas de seguridad y los aforos reducidos han sido algunas condiciones para volver a levantar la persiana de algunos de sus locales, que cerraron “unos días antes de que se ordenase”. Ellos han evitado estar parados, en parte, gracias a Armando, un concepto de comida a domicilio que se encontraban desarrollando desde hacía tiempo y que lanzaron durante el confinamiento.
Mascarillas mediante, vuelven a estar con nosotros, al pie del cañón y esforzándose para “estar tranquilos y acabar con el miedo”. “La hostelería forma parte de nuestra vida; al final, en España es una filosofía, una forma de ser”, opina Redruello. “Es un sector que debemos apoyar para que salga adelante”. Una mano que, desde Mahou San Miguel, se establece como un compromiso a largo plazo. Santiago, por su parte, ya siente ese apoyo. “Gracias a toda la gente de Madrid, a Mahou San Miguel y a todos los que ayudan a la hostelería”, enumera.
Para ellos, más que nunca, su trayectoria es lo primero. Cuentan con dos locales de La Ancha, con las Tortillas de Gabino, con la frescura de La Gabinoteca y el concepto, más elegante, de Fismuler, pero la nueva generación de los Redruello sigue mirando con admiración a aquel asturiano del que heredaron apellido y motivación. Ese que, hace 101 años, montó La Estrecha en Madrid y plantó la semilla de lo que hoy es, en todos los sentidos, una gran familia.