Durante el juicio, que ha quedado visto para sentencia, el acusado ha negado las imputaciones que le hace tanto la Fiscalía como la acusación particular -ejercida por una de las jóvenes- y ha asegurado que el día de los hechos, en el que no estaba de servicio, se encontraba ebrio.
La Fiscalía, que le atribuye una falta de vejaciones, ha mantenido en sus conclusiones definitivas su petición de una multa de ochocientos euros para el hombre y que indemnice con otros doscientos a cada una de las víctimas.
Por su parte, la acusación particular considera que lo ocurrido constituye un delito de abusos sexuales, con la circunstancia agravante de nocturnidad, y solicita para el agente la pena de dos años y seis meses de prisión.
La defensa pide la libre absolución al considerar la eximente completa de embriaguez en su cliente, que según su versión se encontraba borracho, extremo que la acusación considera que no ha quedado acreditado.
Según la acusación particular, los hechos ocurrieron la madrugada del 23 de octubre de 2005, cuando una joven acaba de salir de un pub de Alhama de Granada y se desplazaba por una calle de la localidad mientras hablaba por teléfono con su compañero sentimental.
Al parecer, durante ese trayecto, el acusado se dirigió y persiguió a la chica, que llegó a ver cómo se masturbaba delante de ella, por lo que decidió refugiarse en un bar cercano.
La acusación particular sostiene que previamente el mismo hombre había protagonizado unos hechos similares con otra chica, a la que pudo seguir hasta la puerta de su casa.
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