
Una de las dificultades que el coronavirus está planteando a la comunidad médica mundial es que ni es demasiado virulento, de tal manera que mata o incapacita al huésped tan rápido que éste no puede contagiar a otros, ni es demasiado leve, de tal manera que no pueden general copias de sí mismos. Están en un término medio y sus síntomas no se muestran hasta que el infectado ha propagado el virus durante días. En otras palabras, y como explica la BBC, cuando te sientes enfermo el virus ya ha logrado propagarse.
Es en este aspecto en el que el coronavirus se comporta igual que una enfermedad de transmisión sexual (ETS). En estos casos, la persona infectada se encuentra bien, y si no toma precauciones, sigue propagando la enfermedad.
Es el caso del VIH o de la sífilis, que son asintomáticos en la mayoría del tiempo en el que son contagiosas.
Pero no es la única similitud: al igual que muchas ETS, el coronavirus no es igual de severo en todos los infectados, y estas diferencias son dramáticas. En algunos individuos, el virus maximiza su virulencia, y en otros maximiza su transmisibilidad. Así, es más virulento con personas mayores y más transmisible con personas jóvenes. De hecho, algunos estudios apuntan a que los infectados jóvenes tienen más probabilidad de ser asintomáticos. De ahí su peligrosidad.
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