Para evitar que los árboles contrajeran la plaga del Picudo Rojo, un escarabajo de grandes dimensiones que provoca la muerte de las palmeras y que se ha extendido por Barcelona, el Ajuntament paralizó la poda de estos árboles el verano pasado.
Según aclararon ayer fuentes municipales consultadas por 20 minutos, el escarabajo acude al árbol atraído por el olor que desprende una vez podado. Desde octubre, se ha reiniciado la poda en las calles y las tareas finalizarán en marzo.
Los frutos, ramas y hojas no son el único obstáculo que hallan los transeúntes. Aceras en mal estado, con boquetes y agua encharcada, concentran el resto de quejas ciudadanas. «Comienza a llover y ya sufro», comenta Puri, una vecina que ha sufrido ya dos caídas por resbalones en los adoquines de Plaça Catalunya.
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