El CSIC advierte de que Murcia, Comunitat Valenciana y áreas de Andalucía presentan riesgos de desertificación altos

La región mediterránea es una de las áreas de Europa con "mayor riesgo de padecer procesos de desertificación", debido a las condiciones ambientales particulares que presenta. Por un lado, un clima semiárido dominante con intensa sequía estacional y una fuerte concentración de las lluvias en periodos temporales reducidos.Por otro lado, un relieve accidentado y unos suelos con un bajo contenido en materia orgánica y una débil estructura, lo que los hace erosionables.
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CIDE
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Dentro de la región mediterránea europea, el sudeste español, concretamente la Comunitat Valenciana, Región de Murcia y algunas áreas de Andalucía, presentan valores de riesgo de desertificación entre altos y muy altos, según el mapa de riesgo de desertificación elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

El vicedirector del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE) -centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universitat de València y la Generalitat Valenciana- y catedrático de Edafología de la Universitat de València, Juan Sánchez, pone de relieve que "la mayor parte de los resultados ofrecidos por los distintos Modelos de Circulación General de la atmósfera coinciden en que la región mediterránea será especialmente sensible a cambios en las precipitaciones y temperaturas".

"Si las mencionadas predicciones se confirman, las etapas de sequía y las inundaciones serán más intensas y largas y aumentaría la aridez de los paisajes mediterráneos. Por tanto, la desertificación sería más extensa e intensa, inducida directamente por el cambio climático y de forma indirecta por la mayor incidencia de los incendios forestales, incremento de la erosión y salinización de los suelos, etc", señala el especialista en una entrevista distribuida por el CSIC.

Sánchez manifiesta que el proceso o fenómeno de desertificación es "complejo" y en él "confluyen una serie de causas o factores tanto naturales (condiciones climáticas, litología o la presencia de suelos susceptibles de ser degradados) como antrópicas (deforestación, agricultura intensiva, urbanización...)".

Este conjunto de factores origina una serie de afecciones. En primer lugar, enumera, sobre el medio (degradación del suelo, alteración cubierta vegetal, impactos sobre el paisaje), que repercuten, en definitiva, sobre la población (aumento de la pobreza, migraciones forzadas o agravamiento de la desnutrición).

Sobre la magnitud del problema, hace notar que, "de acuerdo con la información ofrecida por la Secretaría de Lucha contra la Desertificación, hoy en día, más de 2.000 millones de hectáreas de tierras anteriormente productivas se encuentran degradadas".

"En 2030, la producción de alimentos requerirá otros 300 millones de hectáreas de tierra. Se ha transformado el uso de más del 70% de los ecosistemas naturales. En 2050, la cifra podría alcanzar el 90%", apunta.

El experto añade que este fenómeno no es nuevo. De hecho, ha sido un elemento fundamental en la historia de la humanidad, contribuyendo a la caída de grandes imperios y desplazando a las poblaciones locales. Sin embargo, advierte, "se calcula que en la actualidad el ritmo de degradación de las tierras cultivables aumenta a una velocidad entre 30 y 35 veces superior a la histórica".

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