Una de espías: de los servicios secretos alemanes al Imperio Romano, pasando por Mata Hari y la Guerra de las Malvinas

La queja sobre la inteligencia alemana partió de un grupo de periodistas
La queja sobre la inteligencia alemana partió de un grupo de periodistas.
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La queja sobre la inteligencia alemana partió de un grupo de periodistas

No hay que visionar la filmografía de James Bond para conocer buenos relatos de espías. La historia nos depara ejemplos que nada tienen que desmerecer al más famoso de los agentes del Servicio Secreto Británico. Ya se sabe: la realidad supera a la ficción.

El pasado mes de mayo, el Tribunal Constitucional alemán dictaminó que la vigilancia masiva realizada por la inteligencia alemana en el extranjero viola los derechos básicos. En la sentencia, el tribunal –con sede en Kalsruhe– establece que dichas prácticas de vigilancia también están "sujetas" a los derechos fundamentales, aunque se produzcan fuera de territorio alemán, y que la ley que las regula actualmente infringe dos de ellos: el derecho al secreto de las comunicaciones y el derecho a la libertad de prensa.

Lo que afecta, dicen, “tanto a la recolección y el procesamiento de datos, como a la transmisión de estos datos a otras instituciones y a la cooperación con servicios de inteligencia extranjeros". 

La denuncia fue presentada por Reporteros sin Fronteras, seis periodistas extranjeros y un abogado de derechos humanos. Los jueces avalaron la queja argumentando que la agencia de inteligencia extranjera del BND (Bundesnachrichtendienst) estaba perjudicando la libertad de prensa con su monitoreo a gran escala de datos de todo el mundo.

Los espías en el Imperio Romano

El espionaje no es algo exclusivo de nuestros tiempos. Nada más lejos de la realidad. Es de ayer, de hoy y de mañana. Decía Enrico Silverio, experto en Antigüedad Romana, que en Castra Peregrina (Roma) había una mezcla de CIA y Pentágono.

Famosos son los ‘frumentari’, buscadores de trigo, que se movían por las ciudades recabando información. También los ‘exploratori’, que servían de avanzadilla para informar del terreno. Y los ‘especulatori’, que se infiltraban entre las tropas enemigas. Todo un servicio secreto al mandato del Imperio.

‘Maximator’: así espiaba Gran Bretaña a Argentina en la Guerra de las Malvinas

Bart Jacobs es un profesor de la Universidad de Radboud Nijmegen, sita en Nimega (Países Bajos). El pasado mes de abril publicó un artículo sobre la existencia de una presunta alianza de inteligencia europea: ‘Maximator’.

En su texto, Jacobs apunta que se fundó en 1976 y reunía a Dinamarca, Francia, Alemania, Suecia y los Países Bajos. Era, dice, una versión en el noroeste de Europa de los ‘Five Eyes’, el pacto secreto que data de la Guerra Fría y que vinculaba a EE UU, el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, las cinco potencias anglófonas que combatieron contra la Alemania nazi.

El 2 de abril de 1982, las tropas argentinas desembarcaron en la isla de las Malvinas, comenzaba así la Guerra de las Malvinas. Una de las principales armas que tenían los británicos consistía en leer las comunicaciones de sus enemigos, gracias a la GCHQ (Government Communications Headquarters). Pero esto no era suficiente.

No conseguían tener información completa de las máquinas de cifrado argentinas, que suministró Crypto AG. Sin embargo, estas habían sido manipuladas de manera deliberada, siempre según el artículo de Jacobs. Un especialista de la agencia holandesa de espionaje (TIVC) explicó a los británicos el funcionamiento de las máquinas.

Eso, obviamente, dio ventaja a los británicos, aunque los argentinos descubrieron el pastel. Existen varias teorías, pero Jacobs apunta a que se enteraron por un piloto británico que había sido capturado.

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