El emotivo reencuentro entre Margarita y Ángel tras la apertura de las residencias: "Mamá, llevo tres meses esperándote"

Margarita Herrán se reencuentra con su hijo Ángel después de tres meses.
Margarita Herrán se reencuentra con su hijo Ángel después de tres meses.
Jorge París
Margarita Herrán se reencuentra con su hijo Ángel después de tres meses.

Margarita Herrán sale a la terraza de la residencia caminando despacio, apoyada en su andador. Fuera se encuentra la mejor sorpresa que pueden darle. De pie, y con la emoción contenida, su hijo Ángel García aguarda un reencuentro que nunca pensó que tardaría tanto en producirse. "Mamá, llevo tres meses esperándote", exclama al verla. "No te puedo dar un beso", lamenta ella con lágrimas en los ojos pero con una gran alegría reflejada en la mirada.

La última vez que Ángel estuvo en La Florida corría el 7 de marzo. La pandemia del coronavirus comenzaba a agravarse en España y a los pocos días, este centro del Grupo Sanitas, ubicado en el madrileño barrio de Aravaca, suspendía las visitas por la seguridad de los residentes. Trece semanas después, la Comunidad de Madrid acaba de estrenar la fase 2 de la desescalada y las residencias de mayores vuelven a abrir su puertas, aunque con mucha precaución.

"Somos muy estrictos. Hemos conseguido tener controlada la situación durante este tiempo y no queremos que por un mal paso se estropee el esfuerzo que ha realizado tanta gente", aclara Natalia Granados, directora de una residencia con 130 plazas. "Llevan mucho tiempo viéndose a través de una pantalla y sabemos que se quieren tocar, todos necesitamos el contacto, pero los familiares están siendo muy respetuosos con las medidas. Se quedan más tranquilos porque saben que así el riesgo de contagio será menor", agrega.

Siguiendo esas normas y reprimiendo las ganas de abrazarse, de darse esos besos que tanto anhelan, madre e hijo se sientan a dos metros de distancia y con la mascarilla puesta. Este encuentro es muy diferente de aquellos en los que no tenían límite de tiempo para estar juntos y en los que podían reunirse varios miembros de la familia, pero supone al menos un avance hacia la normalidad. 

Han podido hablar por teléfono a diario y han realizado dos videoconferencias semanales pero por fin pueden tenerse frente a frente. "Estaba acostumbrada a que viniéramos cuando queríamos, sin restricciones... Pero ya le hemos explicado que ahora únicamente podrá vernos una vez a la semana, durante media hora, y solo a uno", señala Ángel.

Con cita previa

  • En La Florida, el personal recibe a las familias provisto de equipos de protección. Los visitantes entran en el edificio tras pisar sobre una bandeja para limpiar las suelas de los zapatos y después de frotarse las manos con gel hidroalcohólico. Llegan con cita previa y en cada turno pueden coincidir en torno a ocho.  "Les medimos la temperatura y les pedimos que dejen las pertenencias en el perchero exterior. Cuantas menos cosas de fuera entren, mejor. Lo que les traen a los residentes lo dejamos 48 horas en una zona antes de desinfectarlo", afirma la directora.

A Margarita le encantaría poder "colgarse del cuello" de los suyos, tal y como manifestaba a este diario a finales de abril, pero sabe que aún no es posible. Esta mujer atendió entonces a 20minutos tras haber superado la Covid-19. A sus 98 años, siendo una persona de alto riesgo, pasó la infección de forma totalmente asintomática y su caso contribuyó a aportar luz en una enfermedad muy cruel con los abuelos.

"'Se me va'. Fue lo primero que pensé cuando nos lo comunicaron", admite el hombre. "Pero luego nos iba diciendo que se encontraba perfectamente y nos fuimos tranquilizando", prosigue. "No tuve nada, ni tos, ni fiebre... La enfermera que me tomaba la temperatura me decía: ‘Estás mejor que yo’", recuerda la mujer. La residencia dispuso una zona con estancias individuales a la que ha ido derivando a quienes contrajeron el virus y en esa planta estuvo esta madrileña durante unos veinte días, hasta que dio negativo en una segunda prueba.

"Yo también lo he pasado, mamá. ¿Te acuerdas de que tosía cuando hablábamos y te decía que era la alergia? Pues no era alergia", interviene nuevamente Ángel, quien ha esperado a tenerla delante para contárselo. "Hemos hecho de tripas corazón cuando la llamábamos para no angustiarla", apostilla, conocedor de que haberle dado una noticia así por teléfono le habría quitado el sueño. "Yo me preocupo mucho y no duermo por la noche si ellos tienen problemas", reconoce ella. A diferencia de su madre, Ángel, su mujer y su hija mayor sí tuvieron signos de la infección. Afortunadamente no presentaron neumonía y no necesitaron ser ingresados pero él llegó a estar 41 días de baja.

Ángel García y su madre, Margarita Herrán.
Ángel García y su madre, Margarita Herrán.
Jorge París

Hacia una nueva rutina

Durante los peores momentos de la crisis sanitaria, la residencia suspendió todas las actividades colectivas pero con la situación más calmada han empezado a reanudarse. "Salimos por la mañana a hacer algo de gimnasia y por la tarde juego al bingo", relata Margarita. Lo que aún no ha reabierto es el comedor. 

"Todavía están mucho tiempo en sus habitaciones. Les hemos hecho test serológicos a todos los residentes y a todo el personal y hemos podido establecer el mapa para saber con quién puede estar cada uno. Ahora tenemos que montar el puzle de cómo va a ser nuestra rutina. Constatamos quién ha pasado la enfermedad y quién no para tener unas medidas con unos y con otros. Con quienes no lo han pasado tenemos que tener mucho cuidado y estar pendientes de cualquier mínimo síntoma. Ha sido un centro en el que no ha habido mucha incidencia de casos positivos", apunta la directora.

La visita llega a su fin y Ángel y Margarita se despiden lanzándose besos al aire. La próxima en venir a verla será su hija. "Esto de no tocarnos lo irán quitando", requiere ella esperanzada. "Ya nos estrujaremos. No te preocupes", responde su hijo con el mismo deseo de poder recuperar pronto tantas muestras de cariño que la pandemia les ha robado.

Margarita se reencuentra con su familia en la residencia
Margarita se reencuentra con su familia en la residencia.
Jorge Paris
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