
El zorro rojo (Vulpes vulpes) ha vivido históricamente en los alrededores de Londres y su población ha ido aumentando hasta alcanzar a día de hoy el ejemplar por cada 300 habitantes de la capital británica. Esta situación ha tenido repercusión en la evolución del animal y ha dado pie a cambios físicos en la especie, informa Inverse.
En los ejemplares actuales, ya diferentes a sus antepasados recientes, las cabezas son más pequeñas y sus hocicos son más anchos que los de los zorros de zonas más rurales, según un estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B. También es notable que los ejemplares urbanos tienen menos diferencia de tamaño entre los machos y las hembras.
Mismos cambios que perros y gatos
Este tipo de mutaciones y cambios en la especie son los mismos que se registraron en perros y gatos en su proceso de domesticación. Los cambios en el hocico, por ejemplo, se cree que responden a la necesidad de los animales de rebuscar comida en la basura de la ciudad. "La actividad humana provoca cambios muy rápidos en el medio ambiente", apunta el estudio.
Los zorros urbanos llevan más de un siglo vagando por los alrededores de las ciudades británicas, sobre todo en Birmingham, Bristol y Londres, donde hay actualmente más de 10.000 ejemplares. Como resultado, los animales han cambiado sus fuentes principales para conseguir alimento, eliminando hasta un 37% de su dieta original.
"Síndrome de domesticación"
Este fenómeno se conoce por los investigadores como el "síndrome de domesticación", ya ocurrido a otras especies, y que es el resultado de que los animales pasen más tiempo cerca de los humanos. La consecuencia final es que terminen siendo vistos como animales de compañía o mascotas, y no como especies salvajes.
El futuro del zorro rojo es incierto por ahora. Aunque su población urbana aumentó de 33.000 ejemplares en 1995 a 150.000 en 2017 en Inglaterra, es cierto que hubo un decrecimiento del 42% en el año 2018. Estos animales están aprendiendo a adaptarse a espacios humanos, pero no son siempre bienvenidos en ellos. Será cuestión de tiempo averiguar si los humanos le abrimos la puerta a los zorros como ya hicimos una vez con los perros, o si continuarán siendo animales de la calle.
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