A sus 94 años, la reina Isabel II demuestra que todavía tiene mucha energía. Este fin de semana pudo verse a la monarca inglesa practicando el deporte que ha amado toda su vida: la hípica.

Durante la cuarentena, Isabel II y su marido, el duque Felipe de Edimburgo, se han refugiado castillo de Windsor para evitar cualquier contagio ya que, debido a su avanzada edad, ambos se encuentran en el grupo de riesgo.

Para mantenerse activa, la reina ha estado montando a caballo, un deporte que ama desde su más tierna infancia. Su primer caballo (un pony Shetland) se le fue dado cuando solo tenía 4 años.

Este amor por los equinos se lo trasmitió a su hija, la princesa Ana, que se convirtió en el primer miembro de la realeza en competir en los Juegos Olímpicos cuando participó en el evento ecuestre de tres días en los Juegos de 1976 en Montreal. Siguiendo sus pasos, la hija de Ana, Zara Tindall, compitió en los Juegos Olímpicos de 2012 ganando una medalla de plata como miembro del Equipo de Eventos de Gran Bretaña.

No es de extrañar que la reina Isabel II haya practicado este deporte durante toda su vida, ya que tiene numerosos beneficios. Según el Club Hípico Mungia, la equitación favorece la corrección postural y contribuye al buen desarrollo del sentido del equilibrio.

Pero eso no es todo, también ayuda a mantener la forma física y el tono muscular. Esto es debido a que se ejercitan todas las áreas del cuerpo: brazos, piernas, abdominales, espalda, glúteos… El ejercicio sobre el caballo permite fortalecer y ejercitar los músculos, además de tonificarlos y moldear el cuerpo. Esta práctica también contribuye a desarrollar la elasticidad corporal.

Montar a caballo no sólo permite desarrollar el tono muscular, también ayuda a desarrollar la capacidad cardiorrespiratoria y contribuye al control de la respiración. Además, permite el desarrollo del equilibrio y ayuda a reforzar los reflejos, por lo que puede resultar un buen deporte para personas de la tercera edad.