Así se propaga la Covid por un hospital: la visita de un solo infectado que acabó contagiando a 119 personas en Sudáfrica

Sanitarios atienden a un paciente ingresado en la UCI del Hospital Infanta Sofía en Madrid.
Sanitarios atienden a un paciente ingresado en la UCI en una imagen de archivo.
EUROPA PRESS
Sanitarios atienden a un paciente ingresado en la UCI del Hospital Infanta Sofía en Madrid.

Un hombre de 38 años aterriza en Sudáfrica el pasado 7 de marzo proveniente de Europa. La epidemia del coronavirus apenas está empezando a adquirir relevancia mediática y Sudáfrica registra entonces dos casos identificados. Él no es consciente, pero porta el patógeno en su cuerpo tras haberlo adquirido en alguno de los focos europeos.

Al día siguiente, comienza a tener síntomas. El 9 de marzo decide acudir al hospital St. Augustine’s de la ciudad de Durban, en la costa oriental del país. En la sala de urgencias se sienta a escasa distancia de una mujer de 81 años que padecía dificultades para hablar y confusión y es diagnosticada con un accidente isquémico transitorio.

Ambos son atendidos por el mismo médico y, aunque el hombre fue trasladado a la zona de triaje supuestamente aislada, la mujer fue ubicada en una camilla situada en la entrada de la sala.

El SARS-CoV-2 logró, en algún momento de aquel 9 de marzo, llegar del cuerpo del primer paciente al de la mujer, que se contagiaría -no daría positivo en un test hasta el 25 de marzo- y fallecería por Covid-19 el 2 de abril. 

Había comenzado una cadena de contagio que acabaría resultando, ocho semanas después, en 119 casos positivos, 15 de los cuales terminaron con la muerte del paciente.

El personal sanitario fue el principal transmisor

Científicos de la Universidad de KwaZulu-Natal, la región donde se encuentra Durban, han realizado una detallada reconstrucción de los hechos, paso a paso, dejando a la luz la falta de precaución que permitió la cadena de contagios por las cinco plantas del hospital y que también acabó generando focos en una residencia de ancianos y en otro centro hospitalario.

La investigación concluyó que la mayor parte de los contagios no se habían producido de paciente a paciente, sino a través del personal sanitario. Aunque 80 trabajadores del hospital se contagiaron, muchos probablemente ni siquiera necesitaron estar infectados para transportar el virus de una zona a otra del hospital sino que lo llevaron en sus manos y en instrumental que compartieron con los pacientes como termómetros, tensiómetros y estetoscopios.

Todos estos descuidos y falta de precauciones fueron paliados posteriormente, cuando se adquirió consciencia de la gravedad y cercanía de la pandemia y, según la dirección del hospital, contactada por la revista Science, todos las recomendaciones enumeradas en el informe ya habían sido “totalmente implementadas” cuando se publicó el artículo.

La primera oleada de contagios

La mujer contagiada en la sala de emergencias el 9 de marzo fue trasladada a la UCI, donde pasó cuatro días y desde donde fue trasladada a planta. Ese día, empezó a desarrollar fiebre, pero no problemas respiratorios, por lo que no se sospechó que pudiera padecer Covid-19. El día 16 de marzo, una semana después de haberse infectado, fue trasladada a una residencia donde se contagiarían otras cuatro personas.

En los cuatro días en los que estuvo en la UCI, compartió espacio con otras 10 personas que acabaron también enfermas de Covid-19, presumiblemente contagiadas por ella. Durante los tres días posteriores en los que estuvo ingresada, el coronavirus pasó de su cuerpo al de otras seis personas ingresadas en su misma planta, una de ellas, una mujer de 46 años ubicada en la cama de enfrente, a escasos metros de distancia, y que fue dada de alta el 17 de marzo.

Esta mujer, volvió al hospital cuatro días después, el 21 de marzo, con tos, pérdida de olfato y vómitos. Volvió a ser ingresada, pero aún no en una planta específica para enfermos de Covid-19, que estaba entonces siendo habilitada, sino en neurología. Allí resultaron infectadas otras dos mujeres, situadas en habitaciones muy distantes, por lo que el contacto directo entre pacientes fue descartado por los investigadores.

La principal hipótesis es que una enfermera de esa planta, que dio positivo el 29 de marzo y trabajó con síntomas hasta ese día, fue la que contagió a las otras dos pacientes, culminando así la primera oleada de contagio.

Errores que permitieron la propagación del virus

Nuevos errores de diagnóstico, como el de una de las personas que fue contagiada en la primera ola y que fue reingresada de nuevo el 27 de marzo en una planta que no era la específica de Covid-19, volvió a desatar una segunda ola de contagios de pacientes ingresados cerca de ella o en habitaciones muy distantes. Una vez más, la transmisión por parte del personal médico es la principal hipótesis.

Tras la identificación del brote dentro del hospital el 31 de marzo, 22 días después de que el primer portador llegara al hospital, el centro decidió cerrar el supuesto foco de la infección, una sala de UCI. Fue peor el remedio que la enfermedad, puesto que los pacientes que se encontraban en esa UCI fueron trasladados a otra.

Uno de esos pacientes no fue identificado como Covid-19 hasta cuatro días después, el tiempo suficiente para que otros ocho pacientes acabaran también contagiados, algo que solo se supo posteriormente. En ese tiempo, el virus se siguió propagando. Ocho semanas después, 119 personas habían sido infectadas, 15 de las cuales acabaron muriendo.

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