Moncho Borrajo: "No quiero ver cómo los teatros se van vaciando poco a poco"

  • El humorista gallego Moncho Borrajo dice adiós a su público valenciano en el Teatro Olympia.
  • Despedida y cierre es el últimpo espectáculo de Borrajo, tras 38 años de carrera.
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El humorista ha dedicado al teatro 38 de sus 58 años.
El humorista ha dedicado al teatro 38 de sus 58 años.
20 MINUTOS
El humorista ha dedicado al teatro 38 de sus 58 años.

El humorista gallego Moncho Borrajo dice adiós a los escenarios con Despedida y cierre. Un espectáculo "muy humano", según explicó el propio artista a 20 minutos, con el que el baja el telón a sus 59 años. No es un adiós definitivo, ya que su "espíritu renacentista" le impulsa a querer dedicar su tiempo a desarrollar otras muchas facetas que lo convierten en un artista.

En una entrevista concedida a 20 minutos, Moncho Borrajo nos explica el motivo de su despedida, así como sus inmediatos proyectos de futuro.

¿Se trata en serio de una despedida definitiva?

Esto viene pensándose hace casi ocho años cuando muere mi madre, porque me sentí huérfano. Me planteé que la vida no vuelve atrás y que las cosas hay que hacerlas bien. Llevo 38 años llenando teatros y sólo he tenido un año de vacaciones. Cuando digo que no conozco Roma, que no he estado en Londres... la gente no me cree, pero es que he estado trabajando. Yo paraba y el mes de vacaciones lo pasaba preparando la función de la temporada siguiente.

¿Desarrollará ahora esas facetas artísticas menos conocidas que tiene?

Sí. Tengo 18 libros publicados y muchas exposiciones de pintura. Por culpa de ser cómico creo que no se me ha juzgado con la seriedad suficiente como pintor o como escritor. Prefiero ser aprendiz de mucho y maestro de nada. Los que me conocen saben que tengo un espíritu muy renacentista.

¿Pero qué le falta por aprender?

Muchas cosas. Tengo que escribir y pintar mejor, sacar mejores fotografías. Ahora saco un libro de poesía en Galicia de tema homosexual: Desde la acera de enfrente. También tengo un libro de poesía en gallego para no perder el contacto con mi tierra. Llegó un momento en que hubo que decidir. Si continuara en el teatro empezaría a repetirme.

¿Ese es uno de sus miedos?

Piensa en Chaplin, Groucho, Gila, el mismo Darío Fo. Llega un momento en que, aunque tengas ingenio, ya no es el de los veintitantos años. He terminado mis memorias pero no las he sacado a la luz porque mi padre tiene 89 años y no me gustaría que leyera lo mal que lo ha pasado sus hijo. Porque lo he pasado mal, aunque la gente no se lo crea.

Pero las publicará algún día.

Sí, sí, eso seguro. Incluso puede que ampliadas con una segunda parte. La idea de esta retirada es... ¿tú sabes que llevo 15 años sin ver las Fallas? Eso en el montaje, hay un momento en que se lo cuento a la gente. Les explico por qué me voy. Lo que ellos tienen por normal yo lo tengo por milagroso, porque yo no he escuchado la lluvia caer en los cristales de mi casa, sino en los cristales de hoteles. Para mi lo mejor que me ha pasado en la vida es el público.

Para mi lo mejor que me ha pasado en la vida es el público.

¿Qué ha sido lo peor?

Lo peor la soledad. El paso de un teatro lleno en pie aplaudiendo a una habitación de hotel con un bocata y una cerveza, durante 38 años, es muy duro. Entonces, uno tiene que tomar decisiones en la vida. La gente no se cree que me vaya a retirar.

Es que usted siempre ha sido muy hiperactivo.

Sí, claro, pero haré cosas como por ejemplo escribir para los demás, llevar mi Teatro Amaya... Necesito tener la sensación de que yo mando sobre mi tiempo y no el tiempo manda sobre mí.

¿Ha tenido muchas veces la sensación de que su vida pertenece más al público que a usted mismo?

Claro. El hecho de no poderte bañar en una piscina por temor a acatarrarte, ponerte sombrero por las noches por culpa de la humedad... Eso te pasa si eres un profesional y te preocupas. Llega un momento en que tu casa no existe, he llegado a comprar manteles repetidos. Esa sensación de que no tienes tu propia vida puesta donde tiene que estar es terrible. Tengo mi piso en Vigo pero no tengo mi gente, porque tengo amigos por toda España pero no tengo ese entorno íntimo en el que estar, porque no estoy.

¿Cómo va su fundación para niños superdotados?

Estoy muy contento porque ya está a punto de terminarse. El edificio ya está hecho. Se ha hecho por la Unión Europea. Hay una firma de PSOE, PP y el Bloque Nacionalista Gallego de la Diputación que lo aprueba... Lo que está claro es que no me voy a quedar jugando al dominó o sentado en un banco. Además, está bien irse ahora porque, como me ha enseñado Pepa Flores, hay que irse a tiempo. Desde el percance con Rosa Valenty me di cuenta de lo injusta que puede ser esta sociedad. Cuando uno ve lo que le pasa a Esteso, a Pajares, a Tony Leblanc, que si no le coge Santiago Segura... Concha Piquer me dijo que cuando pudiera bajar un peldaño de mi fama lo hiciera. Ella se supo retirar a tiempo. No quiero ver cómo los teatros se van vaciando porque ya no interesas a nadie. Además, el público joven ya casi no me conoce. No quedan personas que den la cara de esta manera. Como mucho Pepe Rubianes y Antonia Sanjuán. Ahora se hace un humor más correcto, sin meterse en líos, cosa que a mí me preocupa mucho".

Ahora se hace un humor más correcto, sin meterse en líos, cosa que a mí me preocupa mucho.

Además, usted ha sido de los pocos cómicos que pueden hacer reír y llorar de sentimiento a la vez.

Claro, porque pertenezco a una generación de personas que tenemos el arte antiguo del cómico en general, no del humorista que va a hacer reír y nada más. Es como Gila, que analiza una Guerra Civil en clave de humor. El humor vale de medicina para el pobre y el infeliz, y como arma para el poderoso, el rico, el prepotente. Ese arte de la lágrima es necesario. Una vez me dijeron que soy un manipulador de emociones. Es teatro puro. Llega un momento en el que todo eso necesita una agilidad mental que, si no estás bien, se va notando tu declive y eso no me gustaría.

Y por supuesto no se arrepiente de nada...

De nada...

¿Ni de no haberle dedicado a lo mejor menos tiempo a su profesión?

No porque todo lo vivido a sido intenso. Cuando mi madre se murió me quedé muy tranquilo, porque hice todo lo posible por ella. Mi padre tiene 89 años y está muy bien, me siento querido por él. Lo he vuelto a reconquista porque estaba un poco perdido. Claro, yo me vine con 16 años a Valencia... Entonces, llega un momento en que la vida es un privilegio y no lo puedes dejar pasar. Volver a la Malvarrosa, ir al Saler...

Valencia era parada obligatoria en su gira.

Claro, imagínate. Aquí pasé toda mi juventud, de los 16 a los 30. valencia es mi ciudad, de alguna manera. En las memorias Valencia ocupa no sé cuántos capítulos.

En Valencia no me queda nada por hacer prácticamente, menos ser Fallera Mayor
En Valencia no me queda nada por hacer prácticamente, menos ser Fallera Mayor, que no puedo... (risas). Formo parte de la ciudad. Cuando he ido a la parte nueva del puerto, no reconozco la ciudad. Imagínate, si yo llegué en el 67.

¿Qué puede contarnos de su espectáculo Despedida y cierre?

Es un espectáculo unipersonal muy primario. Soy yo solo vestido de negro. La escenografía son 80 chaquetas con sus broches colgadas en homenaje a mi padre que es sastre. Creo que es una manera bonita de simplificar 38 años de un cómico, con su ropa. Es un espectáculo que tiene de todo. Política, crítica social, ternura... y, sobre todo, un Moncho auténtico, porque hay un momento en que me siento en un sillón y le cuento al público por qué me retiro. La gente sí entiende por qué me voy, porque saben que les he dado mucho. Además, en el espectáculo hablo de la Reina, de Leticia, de la crisis... eso entra claro.

Hablando de la crisis, una pregunta obligatoria. ¿Cómo ve la situación?

La crisis ha sido provocada por cinco o seis señores que desconocemos, pero que les interesa que no exista una clase media poderosa. Quieren volver al rico y al pobre, han manipulado y lo han conseguido. Encima, en tiempo de vacas flacas le dan el dinero a los peces gordos. Todo esto está montado, es un montaje preeconómico preestablecido y que no te asuste que esté incluso planeado que gane Obama. Ya lo decía Saramago, estamos en manos de Windows y Coca Cola. Los gobernantes no mandan, son unos peleles. El mundo está como siempre, pero no creo que estemos concienciados de que esto no dura, no es infinito. Pero sigo pensando que hay más gente buena que mala. En esta sociedad no hay opciones para la gente joven. No hay una filosofía de vida. Ya no se es materialista, comunista... no, no hay una línea de conducta. Y me preocupa la falta de ocupación de la gente joven.

Teatro Olympia: San Vicente Mártir, 44. Hasta el 30 de noviembre. Más información sobre horarios y precios en taquillas del teatro y Servientrada.

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