Hace tres años, Markel cargaba hasta 15 kilos de hongos en el cestillo. Los descargaba en el coche, y regresaba a los hayedos y robledales a continuar con la recogida. Pero no se ha vuelto a repetir semejante golpe en Euskadi.

Al contrario, este año está siendo uno de los peores que recuerdan los seteros en toda su vida. El viento sur y la falta de humedad ha arruinado la temporada, que se dará por finalizada dentro de un par de semanas.

El verano ha sido seco, y también el arranque del otoño. Y las lluvias de la semana pasada llegan tarde para poner remedio, según los expertos. En el monte, no se ven setas ni comestibles ni venenosas.

Por lo tanto, la ausencia de este producto no se puede achacar directamente a la masificación que los miles de seteros vascos someten cada fin de semana a los montes.

Además, en Vizcaya no se ha establecido ningún cupo, como en Álava, donde está prohibido recoger más de dos kilos de setas por persona. O en el valle navarro de Ulzama, donde hay que pagar.

Ante esta escasez, en las tiendas delicatesse el hongo está por las nubes. El precio supera los 36 euros por kilo. Además, los ejemplares más preciados se los llevan los restaurantes de elite, que de todas formas se las ven y se las desean para poder responder a la demanda de los clientes.

Aunque hay alguna variedad más barata. Algunos comerciantes reconocen que están recibiendo jugosas cantidades de hongos procedentes de Rumania. Las traen en camiones y en muchos casos el comprador desconoce su origen.

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