Los científicos explican la clave del coronavirus: la propagación 'silenciosa'

El británico que ha dado positivo por coronavirus y que permanece con su mujer y sus dos hijas en el hospital de Son Espases en Palma de Mallorca tiene una carga vírica baja. Esto hace suponer al equipo médico que le atiende que el grado de posibilidad de contagiar a otras personas es bajo ya que, además, se encuentra en las fases finales de la enfermedad y completamente asintomático.
Pasillo de un hospital.
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El británico que ha dado positivo por coronavirus y que permanece con su mujer y sus dos hijas en el hospital de Son Espases en Palma de Mallorca tiene una carga vírica baja. Esto hace suponer al equipo médico que le atiende que el grado de posibilidad de contagiar a otras personas es bajo ya que, además, se encuentra en las fases finales de la enfermedad y completamente asintomático.

El porcentaje de contagiados de coronavirus SARS-CoV-2 asintomáticos es más elevado de lo que muchos pueden creer, según los datos proporcionados desde algunos países con importantes focos como son China, donde se estimó que hasta el 30% de infectados los eran, o Italia, con estudios que elevaban ese porcentaje por encima del 40%. Esto ha llevado a investigadores de la Universidad de Princeton a elaborar un informe sobre los que denominan la propagación 'silenciosa' de este virus.

Estos científicos acaban de publicar en Proceedings of the National Academy of Sciences las ventajas y peligros que se extraen de la evoulución silenciosa que está llevando a cabo este virus: la ventaja de que la falta de síntomas pueda reducir la supervivencia a largo plazo del coronavirus y el peligro actual de que un amplio espectro de pacientes asintomáticos contagien a un número elevado de personas sin conocimiento de ello.

Uno de los participantes en la investigación, el biólogo Bryan Grenfell asegura que "la etapa asintomática se ha vuelto extremadamente relevante y puede favorecer al SARS-CoV-2".

Un virus como este trata de sobrevivir y evolucionar a lo largo de tiempo y, para ello, necesita un huesped. En una etapa virulenta, puede matar rápidamente al huesped, por lo que su capacidad de transmisión (y supervivencia) se reduce. De este modo, los expertos de Princeton creen que el SARS-CoV-2 podría evolucionar de manera que se extendiese en nuevas cepas menos agresivas para pervivir durante más tiempo.

Los asintomáticos son sujetos perfectos para ello, lo que podría llevar a pensar, señalan estos expertos, en que el virus tratase de pervivir a través de esta estrategia. Sin embargo, apuntan, estamos ante un patógeno que se transmite muy fácilmente y no solo por toses y estornudos, lo que podría favorecer que una cepa virulenta perdure más de lo deseado y que el tiempo de propagación se acortara aún más.

Los comportamientos de algunos de los virus más conocidos son dispares y no permiten establecer una línea de actuación clara. Por ejemplo, el VIH se transmite antes de mostrar síntomas mientras otros, como el de la viruela, lo hacen a la vez que aparecen los síntomas.

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