El destino natural de Bienvenida podría haber sido la cazuela de la sobremesa de cualquier familia madrileña, pero ha conseguido sobrevivir año y medio en pleno asfalto de la capital, concretamente en San Cándido, cerca del estadio Vicente Calderón. Ella, pequeñita y picona, parece mostrarse encantada de la vida en la gran ciudad.

Lo único que parece quitarle el sueño a Bienvenida son los ataques de perros, gatos y otros "desaprensivos" que intentan zampársela de vez en cuando. Sin embargo, cuenta con el cuidado y el cariño de sus conciudadanos, que de vez en cuando le dan de comer y le dejan usar las zonas verdes de la ciudad sin pagar el IBI, tal y como publica hoy El Mundo .

Y es que Bienvenida no es una vecina cualquiera. Bienvenida es una gallina, la gallina carabanchelera para ser más exactos, que, cual émula de la Caponata, se ha convertido en todo un fenómeno del barrio (en el de Carabanchel, se entiende, no en el de Sésamo).

Bienvenida duerme en la copa de un chopo rodeado de hiedra. Allí tiene su nido y, cuando se cansa, cruza al otro lado de la calle, no sin antes mirara a los lados, según cuentan los vecinos, para ir a otra zona verde, donde suele pasar la tarde.

A pesar del tiempo que lleva hospedada en el barrio, nadie sabe cuál es el origen de Bienvenida, aunque algunos creen que se le pudo escapar a alguno de los muchos feriantes que se suelen poner al lado de la pradera de San Isidro.