La transformación digital la podemos definir como la integración de los procesos de tecnología digital en todas las áreas de una empresa, lo que implica grandes cambios en la forma en la que ésta ópera y añade valor a sus clientes, según explica Mar Souto, coordinadora del Grado en Recursos Humanos y Relaciones Laborales de UNIR.

Estos cambios pueden afectar tanto a los productos que la compañía ofrece, como a los procesos internos de la compañía en la totalidad de su estructura y las estrategias a adoptar.

Desafiar el 'estatus quo'

Un aspecto importante que las empresas u organizaciones deberán desafiar constantemente es el “estatus quo” tanto de índole interno (revisión de las formas de gestión y dirección, evaluar la posibilidad de hacer uso de nuevas herramientas, incorporar nuevos procedimientos a adoptar, etc…) como los de índole externo (por ejemplo en el mercado financiero la incursión de nuevas plataformas digitales de financiación cómo Fintech compitiendo directamente con la banca tradicional e histórica).

Esto implica que los cambios supondrán variaciones de índole cultural integral en la empresa y afectará a todos los ámbitos de gestión de la misma.

Relaciones del cliente con la marca

La adaptación digital es fundamental para las relaciones del cliente con la marca, en el sentido que ha pasado a ser un canal de comunicación efectivo e inmediato y constante (24h /7 días a la semana), donde se pueden dar distintos encuentros entre la empresa y sus clientes.

Además, la transformación digital guía a la organización a seguir el ritmo a las demandas emergentes de los clientes, y permite que las organizaciones compitan mejor en un entorno económico que cambia constantemente a medida que la tecnología no deja de evolucionar. Hemos pasado de una economía de oferta a una de demanda.

En definitiva, la transformación digital y formarnos en toda esta filosofía asociada es necesario para cualquier empresa o institución si quiere sobrevivir en el futuro a medio plazo.