Pasar el confinamiento en 35 metros cuadrados: "Es invivible"

Carmen Navas vive con su marido y sus tres hijos en un piso de 35 metros situado en el barrio de Las Letras, en Madrid.
Carmen Navas vive con su marido y sus tres hijos en un piso de 35 metros situado en el barrio de Las Letras, en Madrid.
Jorge Paris
Carmen Navas vive con su marido y sus tres hijos en un piso de 35 metros situado en el barrio de Las Letras, en Madrid.

Carmen y su marido firmaron el contrato de alquiler de su actual casa, situada en el barrio de Las Letras (Madrid), el pasado 6 de enero. "Fue como un regalo de Reyes", dicen ambos pese a su tamaño: 35 metros cuadrados divididos en una habitación y un salón-cocina en el que tienen que convivir con sus tres hijos de 2, 3 y 7 años. En 2018 les desahuciaron de otra vivienda y fueron estafados: alquilaron un piso en Vallecas pero cuando llegaron allí para abrir la puerta se encontraron a otras siete familias con las mismas llaves y el mismo contrato. Les habían robado todos sus ahorros y no les quedó más remedio que aceptar la solución alternativa: unos barracones en Tres Cantos.

"Lo llaman casa de acogida pero es una casa de locos; la Policía estaba allí cada dos por tres y vivíamos entre chinchillas y cucarachas", recuerda Carmen, que lo define como un "verdadero infierno" sin poder evitar las lágrimas.

Hizo falta una rocambolesca coincidencia para que aquello cambiara. El matrimonio que residía donde ellos viven ahora comentó en la frutería del barrio que se iban y el frutero les llamó después de que Carmen y su marido hubieran estado buzoneando muchos comercios de la ciudad en los que explicaban que buscaban piso. Fue "un milagro", dicen. Además, ambos encontraron trabajo y les concedieron la ayuda del alquiler en lo que denominaron como "un nuevo comienzo". No obstante, el coronavirus amenaza con volver a echarles todo por tierra. A él le han hecho un ERTE en la empresa de coches eléctricos en la que trabajaba 16 horas a la semana y a ella la han despedido semanas después de contratarla. Ahora su cabeza solo da vueltas para ver cómo llegar a fin de mes y su piso de 35 metros se ha convertido en una especie de jaula.

Pese a que en una de las paredes de la vivienda, debajo de una bufanda que lleva el mensaje "Fieles a la roja", hay un cartel en el que pone "Quédate en casa", Carmen cuenta que a sus hijos muchas veces se les olvida. El estrés, dice, ya empieza a pasar factura a los cinco miembros de la familia: los pequeños han estado más de un mes y medio viendo si era de día o de noche a través de una pequeña ventana situada en el techo abuhardillado del salón y los padres difícilmente duermen. Cuando los menores descansan, ellos buscan cualquier opción de trabajo que evite un nuevo desahucio, su mayor miedo. "Es invivible", resume.

Como ella, son 800.000 las personas que viven en una casa con menos de 46 metros cuadrados, según la última Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esa cifra se eleva hasta los 4,5 millones si se amplía el margen hasta los 60 metros, aunque en muchas situaciones tampoco son suficientes. Es el caso de María del Carmen, de 35 años, a la que el coronavirus también puede dejar en la estacada. Víctima de violencia de género, en la actualidad vive en Usera (Madrid) con sus dos hijos de 15 y 11 años en un piso que ahora pertenece a un fondo buitre que ha intentado desahuciarla en tres ocasiones.

Esto, sumado al poco espacio a compartir durante más de 45 días, ya empieza a traer consecuencias. "Hay estrés y, aunque estamos la mayoría del tiempo cada uno en su habitación, esto es agobiante lo mires por donde lo mires", asegura a 20minutos. Además, a esto se suma lo incierto de su futuro. Hasta ahora estaba haciendo un curso de peluquería para reincorporarse al mercado laboral, un deseo que se retrasará.

La experta en psicología Joselin Miranda asegura que el hecho de pasar el confinamiento en un espacio pequeño aumenta la ansiedad que ya de por sí sufre la sociedad en general, lo que puede derivar en cuadros "de miedo e incertidumbre". Además, la obvia relación entre la menor renta y los mayores efectos psicológicos de este confinamiento también se veían en una encuesta publicada por Metroscopia y recogida por este diario que dejaba entrever cómo la cuarentena afectaba de forma más contundente a las rentas más bajas. Si un mes después del comienzo del encierro el 64% de encuestados decía estar resultándole llevadero, ese porcentaje se reducía hasta un 51% entre los que contaban con unos ingresos mensuales inferiores a los 1.000 euros

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