Una empresa vallisoletana pasa de la minería y la automoción a fabricar en serie pantallas y mascarillas

La empresa vallisoletana Moldeados de Caucho Íscar (MCI) ha pasado de su fabricación de materiales para la industria minera y la automovilística a la de pantallas de protección frente a la COVID-19, que ampliará a la producción de mascarillas de silicona y la venta a través de Internet para el público en general en una iniciativa que le permite "salvar los muebles", que nació de forma desinteresada y tiene vocación exportadora.
Máscara de protección fabricada por Moldeados de Caucho Íscar (MCI).
Máscara de protección fabricada por Moldeados de Caucho Íscar (MCI).
MOLDEADOS DE CAUCHO ÍSCAR (MCI)
Máscara de protección fabricada por Moldeados de Caucho Íscar (MCI).

MCI inició esta fabricación de mantera altruista con una impresora 3D, cuando escaseaban estos materiales, y donó unas 15.000 pantallas, pero después vio una posibilidad de negocio para proporcionar material de protección seguro a un precio asequible, lo que ha permitido mantener la actividad de esta empresa familiar que su gerente, Fernando Velasco, gestiona junto a su hermana Cristina desde 1986.

"Gracias a esto estamos salvando los muebles, si no lo estaríamos pasando muy mal", ha asegurado en declaraciones a Europa Press Velasco, quien tuvo que presentar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) para el cien por cien de la plantilla de 48 trabajadores, pero en la actualidad una treintena ya ha vuelto al trabajo y esperan que cuando salga el proyecto de la mascarilla pueda volver el resto, en su gran mayoría del entorno de Íscar (Valladolid).

La empresa trabajaba para la industria de la minería y la automoción, con un 90 por ciento de su producción para la exportación, pero ante la situación de crisis global la fabricación de estos materiales se ha reducido al 25 por ciento.

Tras empezar con muy poca producción con la impresión 3D, la empresa creó su propio molde de silicona, más "cómodo y flexible", que permite la esterilización y, al funcionar bien, se decidió iniciar la fabricación en serie y la comercialización, hasta el momento de más de 120.000 unidades y sin stock.

Surgió como idea desinteresada, con la fabricación de pantallas en la impresora 3D en torno al 19 de marzo, cuando más problemas había para conseguir este tipo de equipos de protección, para tratar de ayudar.

El propio Fernando Velasco recuerda se fue de Valladolid hasta la fábrica la madrugada del 21 de marzo para recoger lo que la impresora había producido y llevarlo esa misma noche al Hospital Río Hortega de Valladolid para la UCI. De la misma forma, han entregado a algún cuartel de la Guardia Civil, a la Policía Nacional de Medina del Campo y policías locales.

INICIO DE LA PRODUCCIÓN

Sin embargo, más adelante, se decidió hacer un molde prototipo el 25 de marzo -después de otro que no funcionó- y otro para la producción, que arrancó en serie el 30 de marzo.

Así, tras fabricar 60 pantallas, después 700 y realizar las donaciones, la empresa vio que la iniciativa iba bien y se optó por el negocio para salvar la crisis, se adaptó y ahora tiene una capacidad de producción de 8.000 diarias, lo que permite mantener gran parte del empleo e incluso podría sacar a todos sus empleados del ERTE.

La venta va principalmente a empresas, ya que las administraciones no les compran "por una cuestión de precio", ha señalado Velasco, quien ha incidido en que compran de plástico cuando el modelo que produce la empresa tiene ventajas como una pantalla recambiable, que es flexible e incluso les permite sacar una línea infantil con una pantalla más corta, ya que el resto se ajusta.

A este respecto, ha destacado la posibilidad de esterilizar la visera la y cinta de ajuste al estar realizado en silicona, un material muy higiénico que, ha recordado, es del que "se hacen las tetinas de los biberones".

Sin embargo, ha aclarado que "valen algunos céntimos más" que otras que compran las administraciones, que cuestan 2,6 euros cuando MCI las vende a 3,30 -al por mayor, aunque su precio al público será de 6 euros más el envío-. "Al final la gente aquellas no se las pone porque duele la cabeza y esto no lo compran", ha afirmado.

Velasco ha asegurado que la aceptación es "buena" y, de hecho, no tienen pantallas y han vendido entre 120.000 y 130.000 a grandes corporaciones y empresas, algunas de ellas pequeñas.

Las pantallas tienen una primera homologación de equipo de protección individual (EPI) de categoría 1, pero trabajan con ensayos que permitirán, en una o dos semanas, sin cambiar el diseño, llegar al nivel 2, que es superior y que la única diferencia que implica es pasar unos ensayos -hay tres categorías, la más alta, la 3, es la que demuestra que el producto permite protegerse de objetos que puedan proyectarse en una fábrica, por ejemplo, que en este caso no es necesaria-.

VENTA AL PÚBLICO Y PROYECTO DE MASCARILLAS

Una vez en este punto, la empresa se dispone esta misma semana a poner en marcha la venta en línea a través de Internet desde el actual sitio web de MCI para abrirse al público en general.

Además, la empresa ha adquirido esta pasada semana otra inyectora para empezar a hacer mascarillas, también de silicona, con un filtro recambiable, y en cuyo diseño propio trabajan para que salga a en dos semanas con un precio similar al de la pantalla de unos 6 euros y 3,5 para las empresas (venta al por mayor).

Fernando Velasco ha incidido en que en el mercado hay cosas mixtas de plástico y silicona y también algunas de éste último material, que es con el que trabajan, pero su precio ronda los 20 euros, por lo que es un producto de "mucho alto valor" y quieren que todo el mundo pueda acceder.

En este sentido, cree que ahora hay un problema y es que se venderán mascarillas quirúrgicas a 0,96 céntimos que se puede utilizar cuatro horas, pero se utilizarán días. "Por lo que seguimos sin estar protegidos", cree Velasco, quien señala como ventaja que la silicona se puede esterilizar "como si fuera un biberón, en una cazuela al vapor, que no sufre, o meter al lavavajillas" y al final resulta más higiénico.

"Intentamos ayudar un poco y mantener unos precios con un producto más cómodo y más ergonómico, un precio bajo que permita comprar una pantalla por 6 euros y el recambio a 0,7", ha agregado Velasco, quien ha asegurado que trabajan para entrar en el mercado farmacéutico.

Por el momento la fabricación, que podría llegar en cuatro semanas a una capacidad de producción de 32.000 unidades diarias, permite cumplir con las ventas, aunque siempre están "justos", sin stock.

Hasta el momento sus ventas se han quedado en España, aunque pretenden seguir su línea tradicional de salir al mercado internacional, más potente, algo en lo que trabajan, aunque es más difícil, sobre todo si se tiene en cuenta que no pertenecen a este sector. Aún así, ha asegurado que las muestras que ha mandado "están gustando" y por ahora se logra el objetivo de mantener la empresa y "satisfacer al público".

MANTENER EL EMPLEO

Velasco espera que se pueda mantener todo el empleo porque es posible que los países de fuera salgan antes de la crisis, por lo que aunque no vuelvan al mismo ritmo a la actividad, sí espera hacerlo al 80 por ciento. Su idea es volver a la actividad original, que ahora sólo supone el 25 por ciento, mientras que el resto se dedica a las pantallas.

Además, si en 15 días se puede empezar a producir la mascarilla prácticamente tendrían que sacar a todo el personal del ERTE, "a los pocos que quedan", y fabricar en un 90 por ciento estos productos y en un 10 los habituales a los que se dedicaban.

Velasco ha incidido en las ventajas que la propia empresa ha tenido para reconvertirse, dado que cuentan con fábrica de moldes propia y socios como la empresa 1nyecta, un círculo "cerrado" que les ha permitido agilidad, ya que hubiera sido imposible contar con los moldes en tan poco tiempo.

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