Con esa sencilla declaración de la directora Chus Gutiérrez se podría definir, Retorno a Hansala, la película que presentó a concurso en la Sección Oficial, la primera española que pudieron ver los espectadores de la 53º Semana Internacional de Cine de Valladolid.

Acogida con tímidos aplausos en su primera proyección, y con ausencia de pataleos, Retorno a Hansala narra una historia de amor que comienza con el naufragio de una patera en las costas de Algeciras.

Allí, Martín (interpretado por José Luis García) encuentra el número de un móvil en la mano de unos de los fallecidos y decide llamar para ver si puede poner un nombre al cuerpo que tiene en su tanatorio.

Al otro lado del teléfono se encuentra a Leila, interpretada por Farah Hamed), una marroquí con papeles que se da cuenta de repente que su hermano, al que ella ayudó a reunir el dinero para montarse en la patera, se ha quedado en el mar.

Una escena agónica sin escenas cruentas pero que no deja lugar a dudas del sufrimiento del que la vive sirve para introducir al espectador en una dura realidad, la de la inmigración.

"Nadie quiere quedarse aquí. Sin agua, sin luz y sin oportunidades", grita Leila cuando trata de explicar a Martín porqué los jóvenes de Marruecos deciden endeudarse por un sitio en una patera que, probablemente, les llevará a la muerte.

Y ese viaje, pero a la inversa, desde España hasta Marruecos, es el que realizan los protagonistas de esta película para darse cuenta de que los que mueren en la playa tienen una vida como la que tenemos los que estamos en el mundo que ellos tanto desean. Y darse cuenta de todo eso, puede cambiar la visión del mundo de cualquiera.

"Lo importante es el ser humano y cuando se trata de unir a dos personas ni el idioma, ni el dinero importa", afirmó Farah Hamed.

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