Los españoles nos besamos, achuchamos y toqueteamos menos que antes

  • "Cada vez somos más Merkel y menos Sarkozy" aseguran.
  • Dentro de poco, todos alemanes", afirma un psicoterapeuta.
  • Es una consecuencia del aumento del individualismo.
Cada vez nos parecemos más a británicos y nórdicos. (ARCHIVO)
Cada vez nos parecemos más a británicos y nórdicos. (ARCHIVO)
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Cada vez nos parecemos más a británicos y nórdicos. (ARCHIVO)

Ni tan adustos como aparenta Angela Merkel, ni tan cariñosos como se muestra en público Nicolás Sarkozy. Los españoles nos besamos, achuchamos y toqueteamos sin apenas conocernos, pero parece que empezamos a poner distancia en nuestro trato social, aunque lejos todavía de la frialdad de anglosajones y asiáticos.

"Cada vez somos más Merkel y menos Sarkozy. Dentro de poco, todos alemanes. Tendemos a reprimir nuestras emociones y sentimientos", asegura Luis Muiño, psicoterapeuta, en declaraciones a EFE. Juan Luis Chulilla, antropólogo, advierte también de ese cambio. "La globalización reduce las distancias", de ahí que la forma de comportarse socialmente unos y otros, europeos del sur y europeos del norte, se parezca cada vez más.

La afectividad, la comunicación no verbal y las distancias corporales, destaca este antropólogo, se expresan de forma diferente según los entornos culturales. Por eso a un europeo le extraña que dos hombres árabes vayan de la mano por la calle, o ellos rechazan que ese gesto lo protagonicen un hombre y una mujer.

"Cada día nos tocamos menos", se lamenta Carlos San Martín, sexólogo y presidente de la Asociación para la Promoción Integral de la Salud Sexual. "Somos más individualistas, estamos más a la defensiva. La cercanía de otra persona nos tensa.

Luis Muiño, psicoterapeuta, habla de la velocidad a la que se transforma la tan cacareada efusividad latina. "Estamos pasando -dijo a EFE- de una sociedad en la que prima la colectividad, y en la que por tanto se toca más, se es más expresivo y espontáneo, a otra más individualista, como es la anglosajona o la centroeuropea, donde se reprimen las emociones. El mundo en general tiende hacia esto último".

"Incómodos con el cariño"

"Perdemos en amor, en seguridad, en sentirnos queridos. Estamos más solos, pero ganamos en libertad", argumenta Muiño. "Cada vez -continúa- nos sentimos más incómodos con el cariño, somos menos cariñosos. No es ni bueno ni malo, es diferente".

Solo hay que ver la incomodidad que vivimos cuando entramos en un ascensor que va lleno, o en el Metro. Cada vez ponemos más límites. Y eso, creo, no es bueno".

Para San Martín, el lenguaje de los gestos, tanto si suponen contacto físico como si no, es tan importante como el verbal a la hora de establecer lazos de confianza, de comunicación entre las personas, y asegura que esa actitud cada día más hostil e individualista en la que nos movemos "sin duda alguna se traslada a nuestras relaciones sexuales".

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