La crisis empuja a las familias de clase media a acudir a los comedores sociales

  • Hay un nuevo perfil de necesitado: familias jóvenes de 30 a 40 años con hijos e hipotecas y alquileres que no pueden pagar
  • Cáritas Sevilla estima que en 2008 tendrá un 50% más de demanda, del que 40% serán inmigrantes
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Un comedor social de Sevilla.
Un comedor social de Sevilla.
MARTA FRANCO
Un comedor social de Sevilla.

María Reque tiene 24 años y es de Bolivia. Ahora mismo no trabaja. Lleva una semana acudiendo al comedor benéfico San Vicente de Paúl. Un desahogo. «Pago 220 euros de alquiler. He tenido que mandar a mi país a mi hijo de un año porque no lo podía mantener», dice.

Jesús es sevillano. Tiene 39 años y también está en paro, con una casa hipotecada a su cargo: «Me he gastado todo el dinero que tenía. No puedo tirar. Vengo aquí a comer desde hace un mes».

Estas dos personas son un ejemplo de un nuevo perfil de necesitado que está aflorando entre la clase media y media-baja de Sevilla. El ciudadano que llegaba a duras penas a fin de mes y que ahora se ve obligado a recurrir a la beneficencia por culpa de la crisis y la situación económica actual.

Cáritas Sevilla así lo confirma. A los 96 puntos que atiende Cáritas «llegan familias jóvenes, de entre 30 y 40 y pocos años con hijos, que tienen alquileres caros o hipotecas que no pueden pagar. Y uno de los dos se ha quedado recientemente en paro. No pueden afrontar los gastos de la casa y se ven con la soga al cuello. Los barrios más vulnerables son los obreros: Polígono Sur, Tres Barrios, La Candelaria, Los Pajaritos...», explican desde Cáritas a 20 minutos.

También llegan muchos inmigrantes jóvenes, con trabajos temporales. Cáritas estima que en 2008 habrá un 50% más de demanda que el año pasado. «Si en 2007 atendimos a 29.662 personas, este año la cifra se puede duplicar y llegar a 50.000. De ellas, un 40% serán inmigrantes».

"Les da mucha vergüenza venir"

Los dos comedores sociales que hay en Sevilla (en Triana y en el Pumarejo), atienden a unas 250 personas cada día. Las monjas que los gestionan llevan meses notando la afluencia de ciudadanos que «no son de la calle». «Vemos a gente con buena presencia, joven, que llegan muy cortados porque para ellos es un mal trago. A nadie le gusta venir a pedir», dice la directora del comedor de Triana. «Hay más sevillanos de clase baja pasándolo mal de lo que creemos. Compran en el Economato social».

En El Pumajero, Sor Mª Dolores recuerda cómo «hace días llegó una chica muy avergonzada a pedir comida para sus suegros enfermos porque no tenía para llegar a fin de mes, ni para ella».

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