24 horas entre rejas

  • '20 minutos' comprueba cómo vive un preso en una cárcel.
  • Una puerta al cerrarse es el sonido de la privación de libertad.
  • Trabajo, deporte y actividades en grupo les sirven para socializarse.
  • En España hay 72.697 internos.
  • FOTOGALERÍA DE LA PRISIÓN
Prisión de Lledoners, en Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona).
Prisión de Lledoners, en Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona).
ARTUR ZANÓN
Prisión de Lledoners, en Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona).

Diez de la noche. La puerta blindada de la celda 12 se cierra con un ruido atronador. Es un sonido metálico y frío ampliado por el eco. Una puerta tras otra se va cerrando en un largo pasillo. En el interior de la habitación sobrecoge esa sucesión de ruidos. Todavía más al saber que no se podrá salir hasta que alguien abra al día siguiente.

La intimidad de dos presos mide diez metros cuadrados. Es el espacio en el que cabe una ducha, un retrete y un lavabo metálicos, separados del resto por un pequeño tabique. Una estantería y un escritorio de obra, un radiador y una litera completan el cuarto. Ya está.

Así es el centro penitenciario Lledoners, en Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona), inaugurado ayer. Tiene capacidad para 750 personas. De media, un recluso pasa nueve años en una prisión. 72.697 españoles están privados de libertad.

Antes de otorgarle una celda definitiva a un recluso, pasan tres días. Un equipo de criminólogos, juristas, educadores, psicólogos, médicos, trabajadores sociales, maestros y trabajadores sociales lo examinan. ¿Conserva amistades?, ¿está sano?, ¿qué formación tiene?, ¿quiere trabajar?... Mil y una preguntas. El mismo equipo multidisciplinar decidirá sobre los permisos. El recluso disfruta de dos visitas semanales, más tres horas mensuales de vis a vis.

La documentación, objetos metálicos y punzantes, el dinero, el móvil... Hay que entregarlo todo. Después se pasa por el detector de metales, las ropas se registran y el preso se desnuda en un cuarto cerrado ante dos funcionarios. Fotos de rigor para el carné o la toma de huellas dactilares completan la bienvenida.

Los presos ocupan un módulo u otro según su delito o su situación. Hay cuatro bloques de dos compartimentos: estabilización de conducta, toxicómanos y adicciones, delitos sexuales o de riesgo y de preparación para la salida.

Antes de subir a la celda por primera vez se entrega una bolsa de basura con papel higiénico, preservativos, pasta de dientes, maquinillas de afeitar o jabón. Es el paquete básico para hombres. El que quiera marcas, deberá comprárselas en la tienda de la misma cárcel con el dinero que ganen trabajando. Igual sucede con la comida.

Almuerzo a las 8.30 h. Un cruasán, un café, un panecillo y dos rodajas de salami. La comida llega a las 13.30 h. Primer y segundo platos más postre. Normal. Se cena a las 19.45 h. Verdura hervida, una tortilla de patata, un panecillo y un flan de postre. Un menú a prueba de dieta con el que hay que aguantar doce horas. La alimentación está adaptada para diabéticos, régimen y vegetarianos.

Para muchos, es la primera vez que deben cumplir un horario. Para las comidas, sí, pero también para el recuento (tres veces al día) y trabajar. Esto es opcional. El recluso puede percibir el salario mínimo por una jornada de ocho horas para empleos cualificados. Igual para la formación, gratuita (idiomas, informática, educación básica...). También hay gimnasio, pista deportiva, escuela... Al jugar aprenden que hay normas. "Esto es una ciudad en pequeño. Hay que pensar que éste es el último eslabón de la cadena de represión del Estado. Pero intentamos que lleven una vida lo más normal posible. Y en general lo conseguimos", explica la directora de Lledoners, Montse Pina.

En la calle eran muy valientes, pero aquí van mansitos. No veas cómo lloran algunos."
La condena media en Catalunya dura nueve años. Desde luego, la huella física tras pasar así 3.300 noches con sus días es, ni de lejos, la tragedia descrita en
Archipiélago Gulag.Pero el efecto psicológico quizá sí se acerca: "El impacto es muy fuerte. Los que entran, vienen de estar 48 horas en comisaría. En la calle eran muy valientes, pero aquí van mansitos, mansitos. No veas cómo lloran algunos", concluye Pina.
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