'Adopta un abuelo', una iniciativa contra la soledad que sufren los más mayores en tiempos de confinamiento 

Imagen cedida por el fotógrafo navarro Unai Beroiz mientras saluda a su abuelo Miguel.
Imagen cedida por el fotógrafo navarro Unai Beroiz mientras saluda a su abuelo Miguel.
Unai Beroiz / EFE
Imagen cedida por el fotógrafo navarro Unai Beroiz mientras saluda a su abuelo Miguel.

Los más mayores están siendo duramente castigados por el coronavirus, por su vulnerabilidad al virus, pero también por la soledad a la que se enfrentan en días de confinamiento, en los que la recomendación de no salir de casa ni recibir visitas -por ser una población de riesgo frente al virus-, les ha dejado completamente aislados en sus domicilios.

Frente a esta triste situación, son muchas las iniciativas que están surgiendo en varios países para dar acompañamiento y apoyo a este sector. Teléfonos de atención o videollamadas para garantizar la actividad física son algunas de ellas, pero la más excepcional está siendo sin duda la llamada 'Adopta un Abuelo', que, como su nombre indica, consiste en emparejar a jóvenes con ancianos para ayudarles a sobrellevar su soledad mientras dure el confinamiento.

Todas las llamadas son diferentes, pero todas tienen "muchas cosas en común": "Sobre todo la necesidad de ser escuchados, de no ser invisibles", cuenta Maite, una voluntaria de la organización en Madrid, quien algunas veces ha tenido que contener las lágrimas porque "hay personas maravillosas que lo están pasando muy mal por la soledad".

Dirigido a atender a mayores en la cuarentena, en su primera semana el 919 490 111 recibió 3.500 llamadas, que equivalen a 240 horas de conversación. Las llamadas, que no tienen límite de tiempo, llegan sobre todo a la tarde, en esas horas del día que ya son difíciles de rellenar, dice Maite, que explica que algunos de los interlocutores viven solos y otros con sus familias, pero acuden al teléfono para hablar con alguien ajeno a su círculo sobre sus temores, sus vivencias o sus ilusiones.

"Te agradezco que me hayas puesto en la cara la sonrisa que siempre he tenido y que ahora no conseguía", lee Maite del cuaderno en el que va apuntando sus experiencias durante la pandemia, que espera que iniciativas para combatir la soledad como ésta persistan cuando todo esto acabe.

Portugal y Reino Unido se unen a la iniciativa

En Reino Unido también han creado una campaña para combatir la soledad de los más mayores durante la cuarentena. Bajo el mismo nombre, la compañía de residencias de ancianos británica CHD Living, que cuenta con 13 residencias ubicadas cerca de Londres, ha creado la campaña con el objetivo de ofrecer "una sensación de comodidad a los jóvenes y ancianos que pueden no tener abuelos o nietos", así como "crear amistades intergeneracionales".

En Portugal, el proyecto cada vez tiene más demanda entre los mayores portugueses. "Es importante que las personas mayores sientan que alguien se preocupa de ellos", explica la psicóloga Teresa Valente, una joven de 23 años que lanzó el reto entre la comunidad cristiana de Abrantes, en la región Centro de Portugal, con el fin de ponerse al servicio de los demás en durante el confinamiento.

"Cada vez hay más personas mayores en Abrantes que quieren ser adoptadas por algún joven", apunta Valente. De hecho, tras la primera semana, una docena de jóvenes han hecho posible que otros tantos abuelos tengan "un nieto" para pasar mejor la crisis del coronavirus.

João Galveias, estudiante de ingeniería informática en Lisboa, señala a EFE que su "abuela" Madalena, de 70 años, afronta esta situación "de forma muy positiva" y que todos los días conversa con ella alrededor de veinte minutos sobre los temas que más le preocupan. La conversación es muy variada, continúa Valente, y en algunos casos pueden estar colgados al teléfono durante dos horas porque los abuelos tienen mucha necesidad de sentirse escuchados. Hablan de todo, de la vida, de sus recuerdos, las dificultades de los ancianos durante el confinamiento, los programas de la televisión portuguesa o de Dios.

El número de voluntarios crece y "ya tenemos seis jóvenes en lista de espera dispuestos a adoptar a más abuelos que estén solos", añade Teresa Valente, que trabaja en Lisboa pero ha decidido regresar a su tierra natal, Abrantes, para "teletrabajar" mientras dure el estado de emergencia en Portugal.

También la lista de abuelos aumenta a medida que van conociendo la experiencia de otros, como ha ocurrido con una anciana que, tras escuchar de boca de su hermana cómo se relaciona con su "nieto", no ha querido ser menos y ha pedido ser "adoptada".

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