La cárcel de Carabanchel, uno de los principales símbolos de la represión franquista que quedaba en pie, ha empezado a ser derribada este jueves. Los trabajos de demolición, que han comenzado desde la parte más cercana al parque de Eugenia de Montijo, se han iniciado hacia las 13.00 horas.

Antes, el Samur Social ha desalojado a unas 70 personas que había dentro, la mayoría gitanos rumanos. Para agilizar la expulsión, el Samur le ha ofrecido dos alternativas: una ayuda económica de 200 euros a cada uno o el traslado a unos campamentos que el Ayuntamiento tiene habilitados para inmigrantes, según ha asegurado Andrés, un marroquí que llevaba dos años viviendo en la prisión.

"Yo no quiero dinero"

Como Andrés, otra decena de personas que todavía queda en la cárcel (en el extremo opuesto a donde se están realizando los derribos) serán trasladadas esta tarde a varios campamentos para inmigrantes de la capital. "Yo no quiero dinero", decía Andrés, "prefiero irme al campamento que tengo una ducha, desayuno y cena y una cama", explicaba.

Las tareas de derribo de la vieja cárcela la está llevando a cabo la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (SEIP), que es la que posee la correspondiente licencia municipal.

Prisiones ordenó un informe a un equipo de técnicos para comprobar si se podía mantener una parte de la cárcel, en particular su cúpula, tal y como solicitaban los vecinos, pero en el mismo se apuntaba que la "solución más oportuna", desde los puntos de vista técnico, económico y de seguridad, era la demolición controlada" de todas las instalaciones que componen la cárcel.

Acampada

La Plataforma por un Centro para la Paz y la Memoria en la antigua cárcel de Carabanchel ha anunciado que a partir de la seis de la tarde del viernes y hasta el domingo, ex reos y vecinos acamparán a las puertas de la prisión porque aún "es posible" conservar una parte del edificio para crear un centro para la paz y la memoria.