"¡Estamos pagando por un piso al que no vamos a volver!": los universitarios piden medidas para hacer frente a su alquiler

Estudiantes universitarios durante una clase.
Estudiantes universitarios durante una clase.
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Estudiantes universitarios durante una clase.

La pandemia por el coronavirus ha supuesto una ruptura con la normalidad en multitud de ámbitos sociales y económicos, una situación excepcional que el Gobierno ha tratado de atajar con multitud de decretos leyes con medidas de emergencia, incluyendo un buen número de ellas destinadas a cubrir situaciones anómalas en el mercado inmobiliario. Sin embargo, hay un caso concreto que no se menciona en todo ese cuerpo legal recién nacido: el de los estudiantes universitarios que residen en pisos alquilados por la duración del curso y que, tras decretarse el cierre educativo, regresaron a sus domicilios familiares.

Muchos jóvenes se han encontrado fuera de las viviendas que tenían alquiladas hasta el final de curso, en algunos casos con todas sus cosas dentro y sin la posibilidad de volver a por ellas, y con la obligación de continuar pagando los meses en los que las casas estarán desocupadas.

"Hay gente que no sabe si en un mes sus padres pueden irse a la calle"

"Conozco bastantes estudiantes pensando en cómo pagarán el alquiler, sobre todo gente que no recibe beca y no sabe si sus padres en un mes pueden irse a la calle o directamente ahora mismo han perdido el trabajo debido a la situación en la que nos encontramos", explica Cris a 20minutos. Esta estudiante de Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia compartía un piso con otras cuatro compañeras, por el que pagan 850 euros mensuales. "Hemos intentado hablar con el casero y no ha habido forma. Le planteamos una rebaja y nos dejó en leído, no nos ha contestado aún. Hemos tenido que ingresarle lo de este mes hace un par de días, y ahora mismo la situación no está para tirar dinero a la basura".

"Absolutamente todos mis amigos y amigas están en mi misma situación, todos vivimos en pisos alquilados y algunos caseros han sido mas benevolentes que otros. No es mi caso", corrobora por su parte Celia, estudiante gaditana de Economía y Derecho en la Universidad de Sevilla, refiriéndose a la recomendación más habitual que los estudiantes en su situación han recibido como consecuencia de la falta de medidas desde el Gobierno: tratar de alcanzar un acuerdo satisfactorio con el arrendador. 

"Pago 750€ de alquiler (entre 3), gastos aparte. No trabajo, por lo que mi situación como estudiante depende exclusivamente de mis padres", afirma esta joven. "Sólo queríamos no pagar en exceso, pero la respuesta del casero ha sido muy poco considerada, ya que quiere que paguemos lo que resta de contrato con una reducción mínima de la renta, que le pagamos en mano porque no tiene el piso declarado. Nos pareció muy poco sensible por su parte ya que no estamos haciendo ningún uso del piso y el hecho de habernos tenido que ir a casa no ha sido para nada nuestra voluntad."

"Creo que el Gobierno sabe de la situación actual"

El caso de Juanan, estudiante de medicina en la Universidad de Granada, es algo distinto, ya que abandonó su piso incluso antes de la declaración del estado de alarma. "Mi compañero de piso y yo cursamos 6º de medicina, que consiste en prácticas clínicas por los hospitales y centros de salud. A diferencia del resto de los alumnos de otras carreras y cursos, nosotros llevamos fuera 1 semana más (desde el día 3 de marzo) en nuestras casas ya que, con tal de minimizar los contagios, restringieron nuestro acceso a dichos centros".

"La negociación con el casero es una recomendación que hacen todos los equipos de abogados. Nuestra arrendadora, conociendo cómo es, se remitirá al contrato que tenemos firmado. A eso es a lo que creo que no debemos llegar, creo que el Gobierno sabe de la situación actual", señala Juanan. 

"Nosotros pagamos 660€ a dividir entre dos. Aquí no se incluyen las facturas de luz ni agua. Yo soy enfermero, y durante los veranos (entre curso y curso) suelo trabajar un par de meses como tal. Esto me permite ahorrar y amortiguar una buena parte de los costes de medicina", concluye.

"Tengo literalmente todo en mi piso"

En el caso de la mayoría de estos jóvenes, la situación se complica más porque no pudieron vaciar de sus cosas el piso, y no saben cuándo podrán hacerlo, con lo que los pisos no pueden ser usados por nadie más. "Tengo literalmente todo en mi piso: desde ropa y zapatos, hasta apuntes de la universidad", explica Elisa, estudiante de 28 años de la Universidad de Córdoba. Celia se encuentra en la misma situación: "Tengo allí todo. Me volví a casa de mi familia de casualidad y pensé que podría volver para recoger las cosas a la semana siguiente pero me pilló el estado de alarma, por lo que desde la mitad de marzo no he estado por allí, al igual que mis compañeras".

"Todavía tengo bastantes enseres en el piso (ropa, mantas, libros, una cafetera, comida, una televisión, etc) porque, como te he comentado, nosotros abandonamos la ciudad un día después de saber que nuestra actividad allí se había acabado (el día 4 de marzo). Por ninguno de nosotros pasaba la idea de que el curso no volvería a reanudarse", detalla Juanan.

Estas circunstancias comportan una mayor dificultad para alcanzar una solución desde las instituciones; el cese del pago de estos alquileres comportaría un perjuicio para los arrendadores, a falta de una compensación económica que pueda suplir los ingresos; sin embargo, continuar pagando los alquileres puede suponer una carga adicional para las familias de los estudiantes, que pueden verse perjudicadas por los efectos económicos y laborales de la pandemia.

"Yo por mi parte si podría seguir pagando porque trabajo, pero igualmente estoy viendo fuera y resultaría injusto pagar sin permanecer allí", dice Elisa. Celia expresa una opinión similar: "La incertidumbre de qué va a pasar con los exámenes se suma a qué va a pasar con nuestra casa durante estos meses y las cosas que aún tenemos allí". "Y, además tenemos el problema de no poder concertar cita para entregar las llaves o recoger nuestras pertenencias", añade Cris.

"Nos da miedo tener que llegar a los tribunales"

Según han explicado a 20minutos fuentes del área de Vivienda del ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, por ahora no se vislumbra ninguna medida que pueda dar una respuesta definitiva a esta problemática: "Los supuestos para acogerse a las ayudas están muy tasados, y atiende a personas que hayan entrado o vayan a entrar en situación de vulnerabilidad económica por esta crisis. Además las medidas confinatorias son puntuales, y se irán relajando a partir de este mes." En concreto, sobre la situación de estos estudiantes, el ministerio es rotundo: "No se contemplan ayudas para estudiantes que hayan decidido pasar el confinamiento en su casa familiar en lugar de en su pido de estudiantes. Ni siquiera parece posible saber cuántos son".

Con ello, son pocas opciones las que restan a estos jóvenes. Por ejemplo, mientras que Elisa ha tenido suerte ("Le comentamos a nuestro casero que no estábamos ninguna en el piso, y que algunos caseros estaban rebajando o perdonando el alquiler, cedió y nos perdonó este mes. No sé qué pasará el siguiente", dice) no ha sido el caso del resto, que podrían incluso alegar fuerza mayor para no pagar las mensualidades. Ello podría desembocar en los tribunales, si bien es una opción que por lo general prefieren evitar. 

"Nuestra intención (a falta de una opción oficial) es negociar con nuestra arrendadora. Si no se llega a un acuerdo tenemos pensado alegar motivo de fuerza mayor para no abonar la siguiente mensualidad, a la espera de que surja una solución en los próximos días/semanas. Pero sobre ir a los tribunales, creo que no querríamos llegar a ello y, siendo sincero, nos da miedo esa opción. Si sale mal la resolución del juicio y nos hacen cargar con los costes del mismo, ahí sí que tendríamos un gasto no esperado", expone Juanan. Y concluye: "Ante esa posibilidad es muy probable que en nuestro caso abonemos todas las mensualidades aunque no hayamos hecho uso de esa vivienda durante los últimos 5 meses (desde marzo hasta julio)".

"Esto implica que los estudiantes (o más frecuentemente sus padres) estaríamos soportando económicamente los gastos y el mantenimiento de un piso del que no estamos haciendo uso. No porque no queramos, si no por que no podemos. Esto grava a un colectivo que por lo general no tiene ahorros y, dentro del colectivo de estudiantes, estaría afectando justo a aquellos universitarios que no hemos tenido la suerte de nacer en una ciudad con una universidad al cruzar la calle, con los gastos que ello conlleva año tras año", se lamenta.

De manera similar, Cris prefiere evitar este final: "No sé si llevaremos el caso hasta los tribunales porque quizá nos genere aún más gastos, pero sí apelar a la cláusula legal de abandonar el piso perdiendo fianza".

Celia se muestra más decidida: "Alegaremos fuerza mayor y desistiremos del contrato. Iremos a por nuestras cosas en cuanto nos dejen salir de casa y movernos por carretera y contamos con que sigan allí intactas. Llevarlo a los tribunales tendría poco beneficio para el casero (al no tener el piso declarado), pero podría ser también una opción, porque es un abuso lo que se nos ha exigido".

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