
En estos días de encierro estamos teniendo más horas para cocinar. Más tiempo para hacer nuevas recetas y para mejorar nuestros clásicos. El confinamiento puede ser una buena oportunidad para ello y también para aprender a utilizar mejor muchos alimentos.
Por ejemplo, las verduras. Sin recuerdo de otros tiempos peores, esas épocas de hambre que conocieron nuestras abuelas, nos hemos acostumbrado a utilizar sólo lo "verde" y tirar el resto. Pero no: de las verduras no se tira (casi) nada.
Efectivamente, hay partes de las verduras y hortalizas con las que no contamos, que descartamos automáticamente y que, sin embargo, puede servirnos en todo tipo de platos o arreglos.
Ocurre con las hojas de algunas verduras de las que nos interesa más otra parte. Es el caso de las hojas de las zanahorias, las alcachofas, los ajetes, el puerro, el rábano, la coliflor, la remolacha, el apio, el nabo, la cebolleta o el hinojo.
Tallos, pieles, hojas y hasta raices
Esas hojas nos pueden valer para hacer caldos, cremas, ensaladas, potajes y hasta tortillas. También pueden servir para hacer batidos verdes o aliños.
Los tallos de algunas verduras suelen acabar en la basura pero pueden ser útiles para hacer sopas, cremas, salteados y hasta asados. Es el caso del tallo del brócoli, la coliflor, la alcachofa, la remolacha y el kale (la col rizada).
Otra parte que descartamos siempre es la piel. Pero nos puede servir en algún caso. La piel del calabacín, la calabaza, la patata y el pepino nos valen para elaborar cremas, purés, licuados y hasta snacks (ya sean fritos u al horno).
Finalmente, las raices. Las del puerro fritas podemos utilizarlas para decorar cremas o sopas.
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