La vida en tiempos de la pandemia del coronavirus: 'El ciclo natural sigue'

Un cooperativista de la Cooperativa Agrícola San Miguel espera que carguen su atomizador con lejía y agua.
Un cooperativista de la Cooperativa Agrícola San Miguel espera que carguen su atomizador con lejía y agua.
GERVASIO SÁNCHEZ
Un cooperativista de la Cooperativa Agrícola San Miguel espera que carguen su atomizador con lejía y agua.

Hay dos tipos de ambiente en Tauste, una localidad a 47 kilómetros de Zaragoza, que parecen contradecirse. En el casco urbano, las calles están desiertas y los habitantes rigurosamente confinados en sus domicilios. En las cooperativas, la vida agrícola y ganadera fluye como si no existiera un estado de alarma que mañana cumple dos semanas.

Los agricultores y los ganadores formamos parte básica de la cadena alimentaria que no se puede detener en tiempos de pandemia. Las cosechas hay recogerlas cuando toca. Los animales no entienden de virus. Todos los días hay que darles de comer y, si enferman, hay que curarlos”, resume Joaquín Casajús, presidente de la Cooperativa Agraria San Miguel, formada por unos 450 socios activos en un pueblo de casi 7.000 habitantes. “El ciclo natural debe continuar”, remarca el gerente Joaquín Duaso.

La cooperativa, que cumplió un siglo en 2017, se ha especializado en alfalfa deshidratada, cebada maltera y forrajera, trigo duro y blando, maíz, y en piensos compuestos para porcino, ovino, vacuno y aves. Los socios tienen dos líneas de deshidratación de forrajes, además de granuladoras y empacadoras, y dos secadoras de maíz.

Los agricultores de Tauste han diversificado sus explotaciones y muchos de ellos tienen granjas ganaderas. La cooperativa también dispone de servicios de veterinaria para todo tipo de patologías animales, dispensación de medicamentos y de ecografías para el control de la preñez y de asesoramiento en la compra de ganado.

“Nuestra principal preocupación es que se produzca el desabastecimiento de fertilizantes o de productos fitosanitarios para prevenir plagas de insectos, roedores, hongos o las malas hierbas” explica el gerente. “En el campo no se puede planificar. Los ciclos no son fijos. He conocido años que se han helado las cosechas de alfalfa a principios de abril cuando estaban listas para el corte”, recuerda el presidente.

"Está crisis nos ha sobrepasado a todos y todavía no sabemos las consecuencias de esta anomalía"

Más preocupado está Julio Celemín, gerente de la Cooperativa de Ganaderos San Simon y San Judas, que aglutina a unos 30 socios dueños de unas 50.000 ovejas. “Está crisis nos ha sobrepasado a todos y todavía no sabemos las consecuencias de esta anomalía”, explica. La pandemia ha coincidido con la temporada alta de la venta del cordero. “Sin Semana Santa, sin bodas en abril, mayo y junio, con los restaurantes cerrados y la suspensión de nuestras fiestas populares, los precios ya ha caído más de un 20% en los primeros días del confinamiento”, reflexiona.

Un voluntario de Fumigalia desinfecta el exterior del Centro de Salud de Tauste
Un voluntario de Fumigalia desinfecta el exterior del Centro de Salud de Tauste
GERVASIO SÁNCHEZ

El Alcalde Miguel Ángel Francés decidió adelantarse al estado de alarma y emitió un bando el viernes 13 de marzo ordenando el cierre de todas las instalaciones municipales. “Estoy orgulloso de la actitud de los ciudadanos. Todas las cooperativas han ofrecido sus trabajadores y sus equipos de fumigación para desinfectar dos veces a la semana todo el casco urbano”, afirma el edil.

Enrique Aragües, responsable municipal de 45 trabajadores, coordina la desinfección. “Tres tractores con atomizadores se despliegan por Tauste y lanzan un compuesto de lejía diluida en agua por todas las calles”, explica el técnico municipal. La pequeña empresa Fumigalia ha duplicado sus turnos para liberar la última semana de marzo de su carga laboral y participar en la iniciativa municipal. Son los encargados de desinfectar el exterior del Centro de Salud con dióxido de cloro.

Sólo hemos tenido dos casos importados de coronavirus que están hospitalizados en Zaragoza y hay varias personas en cuarentena en sus casas con sospechas aunque no hemos podido hacerles las pruebas”, afirma el coordinador médico José Miguel Buñuel de quien depende un equipo de 20 personas, incluidos ocho médicos (dos de atención continuada) y siete enfermeras que atienden a la población de Tauste y varias pedanías.

“Tenemos que agradecer la colaboración de decenas de mujeres que llevan días cosiendo mascarillas y trajes buzos realizados con bolsas de basura industriales donadas por varias empresas”, expone con entusiasmo Carmen Lorente, la coordinadora de enfermería con 10 años de experiencia en este centro.

Las mascarillas son esterilizadas en el hospital y son repartidas entre la población necesitada. También han recibido lavadoras y secadoras para poder limpiar sus batas de trabajo en el Centro de Salud y no tener que llevarlas a casa.

En una cuenta de Facebook han abierto un tablón de anuncios donde indican las necesidades más urgentes. “Hace unos días pedimos un psicólogo voluntario para atender a las personas más ancianas que viven solas y se nos presentaron tres personas”, dice la enfermera. Dos psicólogas ya atienden telefónicamente casos de ansiedad.

Daniel Villanueva, director de las dos residencias geriátricas de la Fundación Pérez de Gotor y Nuestra Señora de Sancho Abarca, formó el lunes 9 de marzo un comité de crisis con su adjunta, dos enfermeras y dos coordinadoras asistenciales para enfrentarse a la pandemia.

“Ese día restringimos el acceso a los familiares a una hora por la mañana y otra por la tarde y, a partir del viernes 13 de marzo, coincidiendo con el bando del alcalde, decidimos cerrar a cal y canto las instalaciones a todas las visitas externas”, explica por teléfono. Y remarca: “cerrar con todas las consecuencias porque nos arriesgábamos a sufrir una sanción administrativa por vulneración de los derechos de los familiares”.

Pero importó poco la burocracia. Lo trascendental es la seguridad de los 196 ancianos, atendidos por 126 trabajadores. Tres de ellos están en sus casas por sospechas y su queja es contundente: “Deberían hacérseles los test lo antes posible para saber si están contagiados porque estamos en la primera línea del combate contra el coronavirus, atendiendo a los más vulnerables. Se trata de protegernos a nosotros para proteger a nuestros beneficiarios”.

La ayuda ha llegado con cuentagotas. Apenas han recibido 20 mascarillas y una caja de guantes. Recuerda que “nunca se debe olvidar que las residencias son hogares de personas mayores, no hospitales”.

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