Las nuevas lanzaderas que conectan con Calatayud y Huesca van medio vacías

  • Muchos días no llegan a cubrir ni el 20% de las plazas que ofertan.
  • Los usuarios reclaman precios y horarios más adecuados.
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Las nuevas lanzaderas que unen la capital aragonesa con Huesca y Calatayud, que se pusieron en marcha a finales de abril y pretendían ser un revulsivo para estas líneas, marchan medio vacías y miles de coches siguen saturando las entradas norte y sur de Zaragoza casi a diario.

La ocupación media de estos trenes ronda muchos días entre el 10% y el 20% de las casi 1.500 plazas por trayecto que se ofrecen a diario en estos recorridos. La mayoría de las personas que se desplazan entre estas ciudades siguen prefiriendo el coche e incluso está descendiendo el uso de los autobuses interurbanos.

La carretera de Huesca registra entre 9.000 y 13.000 desplazamientos diarios por sentido, la mayoría de ellos a primera hora de la mañana. La principal consecuencia se traduce en atascos y saturación de sitios de aparcamiento en Zaragoza.

Algo similar sucede con Calatayud. Los autobuses que unen esta ciudad con Zaragoza están de capa caída y han perdido hasta un 25% de viajeros en comparación con el año 2006 según los datos facilitados a 20 minutos. Cada mes registran en torno a 10.000 usos.

La falta de adecuación entre los horarios de los trenes y de las jornadas laborales, la mala comunicación entre la estación Intermodal y el resto de la ciudad, el alto precio y la escasa información que se ofrece a los usuarios potenciales son las principales razones que llevan a miles de personas cada día a preferir el coche al tren.

«Tanto las lanzaderas como las nuevas cercanías son servicios que no terminan de arrancar y que necesitarían, entre otras medidas, mejores precios», destaca Jorge Moncada, de la Asociación de Agencias de Viajes.

El tren tradicional muere

La entrada en marcha de la línea de Alta Velocidad ha supuesto que el tren tradicional caiga en recesión. En la línea que une Zaragoza con Madrid, en la que el AVE ha triplicado los pasajeros en cinco años, sólo queda un servicio de tren tradicional.

En todo Aragón se estima que el uso del ferrocarril convencional ha caído más de un 30% tras la entrada en funcionamiento del AVE, sin contar las líneas que han desaparecido ante la puja de esta nueva tecnología.

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