Pese a que el viernes llovió en la pedanía de La Ñora, sus vecinos correteaban entre las retorcidas calles del pueblo con bolsas llenas de compras. Había mercadillo y esa es una cita a la que casi nadie falta. Incluso, los de El Lugarico, que es como en La Ñora conocen a los de Javalí Viejo, comparten con ellos el mercado semanal.

El ajetreo de los puestos ambulantes sirve para llenar comercios y bares. En la panadería de Antonio y Rita la gente hace cola. Mientras, aprovechamos para preguntar qué falta en la pedanía.

«Aquí faltan parques y los que hay, como el de la plaza Constitución, no tienen papeleras. De hecho, no hay papeleras en el pueblo. Tengo una niña pequeña y me tengo que llevar una bolsa para echar los desperdicios», cuenta Loles Caravaca.

María del Carmen Gómez asegura que en el barrio de Nuestra Señora del Paso «las baldosas están fatal y los barrenderos no entran a limpiar. Las hierbas por allí tienen un metro». Su vecina María Ros lo corrobora: «Hasta llegar al cementerio hay suciedad hasta decir basta. Tiran ropa, zapatos y sofás».

De momento, entra por la puerta Tere Aroca, la mujer del pedáneo, que nos cuenta que están construyendo otro centro de salud y hay un proyecto para hacer un IES.

De La Ñora sus vecinos lo tienen claro: se quedan con los servicios, el enclave y, como no, con la ruedA.