El tejido empresarial granadino, que nunca fue muy boyante, está causando cada vez más bajas en la guerra de la crisis. Los datos, se miren por donde se miren, lo demuestran.

El número de empresas que ha echado la persiana (bien por disolución o extinción) ha aumentado nada menos que un 50% en lo que va de año. De enero a julio -últimos datos disponibles, del Instituto de Estadística de Andalucía- abandonaron la actividad 337 compañías, mientras que en el mismo periodo del año pasado fueron 226. Y los datos se refieren únicamente a sociedades mercantiles (anónimas, limitadas, etc.), sin contar los negocios individuales o montados por autónomos.

Otra evidencia, aún más llamativa: si en el primer semestre del año pasado solamente una empresa tuvo que suspender pagos (es decir, sus deudas eran imposibles de pagar con los bienes que poseía), hasta junio de este año son nada menos que ocho las sociedades que han presentado concurso de acreedores, como se le denomina ahora.

Y con tantas empresas en dificultades, muchos se lo han pensado dos veces a la hora de montar su negocio, hasta el punto de que una buena parte ha desistido.

Porque si en los primeros siete meses de 2007 se pusieron en marcha unas 2.300 empresas en la provincia, en el mismo intervalo del presente curso esa cifra ha caído por debajo de la mitad y apenas se han creado un millar de sociedades mercantiles.

La crisis empresarial se ha dejado sentir en el número de parados: a final de septiembre eran ya 62.400, unos 15.000 más que a inicios del año.

El sector empresarial granadino ha pedido públicamente ayuda para evitar la sangría. Al Ayuntamiento de la ciudad le solicita impuestos más bajos; a los bancos y cajas, mayores facilidades para obtener préstamos con los que refinanciar sus deudas, pues han cortado el grifo del dinero, y a los sindicatos, más «sensibilidad» para afrontar las dificultades de la crisis, porque, según el presidente de la patronal granadina, Gerardo Cuerva, están «anclados en el pasado».

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