El  Sestao más deprimido, el de Simondrogas, -quizás la zona más degradada de Euskadi-, cierra los ojos para volver a abrirlos en el siglo XXI. Porque este barrio no ha dejado de tener el aspecto de un poblado de principios del siglo XX, o incluso del XIX.

La Casa Grande, todo un símbolo de degradación, ha sido pasto de las llamas. El incendio del pasado jueves no ha hecho más que anticipar su derribo. En sus ajadas viviendas, residían 37 familias que ya antes del incendio habían sido realojadas.

Con la desaparición de la Casa Grande se abre el camino hacia la regeneración de toda la parte baja de Sestao. El Ayuntamiento de la localidad y el Gobierno vasco  pondrán en marchael plan de rehabilitación, fraguado durante los últimos años, para convertir todo esa área en una prolongación del centro de Sestao.

El proceso de rehabilitación llegará a un punto de inflexión con el derribo de cinco edificios en la zona de Simondrogas, pero las demoliciones son muchas más. Hasta 98 casas habrá que echar abajo en los vecinos barrios de San Ignacio y Ribas, que desaparecerán así del mapa.

El proyecto, bautizado con el nombre de Vega Galindo, se traducirá en la construcción de 1.350 viviendas, de las que 950 serán protegidas. En una primera fase, que dará comienzo en noviembre, se levantarán 328 pisos, el 36% de protección oficial, el 18% de precio tasado y el resto sociales.

El diseño de la localidad cambiará por completo. La Gran Vía de Sestao, el centro del municipio, alcanzará una longitud de tres kilómetros y se convertirá en un bulevar rodeado por el nuevo Sestao.

Abajo, el río Galindo estará acariciado por un paseo peatonal. Y el solar que ocupaba la Casa Grande será así la plaza desde la que se acceda a la estación intermodal de Urbinaga.

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