Entrevista | Fernando Trueba: "Soy especialmente feliz grabando discos"

  • El cineasta retoma su faceta de productor musical para reeditar, en colaboración con Universal Music, los discos que Bebo Valdés grabó para su sello Calle 54.
  • ​El primer fruto de esa colaboración es la caja 'Bebo de Cuba', con siete discos, un documental y un libro sobre el pianista, que alcanzó la cima de su carrera con más de 80 años.
  • ​"Bebo era un niño grande con una gran memoria y una gran experiencia de la vida. Contaba unas historias estupendas", dice Trueba sobre su amigo.
Fernando Trueba
Fernando Trueba recibe a la prensa en su casa, para hablar de Bebo Valdés.
E. BUENAVISTA
Fernando Trueba

Reconocido y conocido como cineasta, Fernando Trueba retoma su otra faceta, la de productor musical, para reeditar los discos que Bebo Valdés (Cuba, 1918-Suecia, 2013) grabó para su sello Calle 54, desde donde llevó al cubano, cuando ya había pasado de los 80 años, a la cima de su carrera.

El director de Chico y Rita honra la memoria de su amigo y rescata sus discos descatalogados en la caja Bebo de Cuba (Universal Music / Calle 54 Records), que incluye siete álbumes: El arte del sabor, Suite cubana, El solar de Bebo, Beautiful Music, Bebo, Juntos Para Siempre (con Chucho Valdés) y El cajón de Bebo (temas inéditos). 

Con diseño de Estudio Mariscal, se acompaña de un DVD del documental ‘Old Man Bebo’ y otro con las mezclas 5.1 del álbum Suite cubana (realizadas por Nat Chediak en 2019), más un libro de 100 páginas con fotos del archivo de Trueba.

¿Qué les conectó? No lo sé, me gustaría que él estuviera aquí para contestar eso mejor… Fue muy bonito, yo lo califico muchas veces como un flechazo. Hubo simpatía, cariño, amor. Amistad. Fue instantáneo y a mí me sorprendió por improbable: un cubano que vive en Suecia, tantos años mayor que tú, que viene de otro mundo… ¡Nos gustaba tanto estar juntos! Yo iba a hacer una película y le llamaba e incluso [se ríe] le preguntaba si quería hacer un papel cuando no las hacía directamente con él. Me llamaba "jefe". Tenía fe y confianza en mí y era un caballero de palabra a la antigua: si te daba la mano, eso era más que cualquier contrato.

¿Cómo fue el primer encuentro? Fue en un acto de homenaje que organizó Andy García a Cachao, pero allí solo nos saludamos y charlamos cuatro frases sin tiempo. El encuentro de verdad fue cuando yo le propuse hacer la película Calle 54. Me fui solo un día a Estocolmo sin hablar sueco, ni conocer la ciudad, a las tres de la tarde era de noche… y tenía que ir a las afueras, donde él vivía. No podías caminar por la calle, te caías con el hielo. Todo se me hizo difícil. Pero cuando llegué a casa de Bebo, inseguro, pensando que me había perdido, fue instantáneo. Me abrió la puerta con una sonrisa, empezamos a hablar y nos hicimos amigos. Es de estas veces que tienes una corriente de simpatía, de conexión con una persona, que es inexplicable. Y así fue hasta el final.

¿Le visitaba a menudo? A él le encantaba venir a Madrid a pasear, charlar, a comer por ahí… Recuerdo como una época especialmente bonita un momento en el que yo estaba enfadado con el cine, en esa crisis hacia el año 2002 cuando parecía que se acababa todo y la gente se peleaba por las migajas. Entonces me dije: me voy a tomar unas vacaciones del cine, no quiero estar en esta pelea.

BIO

  • Fernando Trueba nació en Madrid, en 1955. Cineasta, logró el Óscar en 1993 con ‘Belle Époque’ y ha dirigido ‘El sueño del mono loco’, ‘Two Much’, ‘La niña de tus ojos’ y la película de animación ‘Chico y Rita’, entre otras. A raíz del documental sobre jazz latino ‘Calle 54’, montó una discográfica desde la que relanzó a Bebo Valdés y publicó discos como 'Lágrimas negras', de Bebo y El Cigala.

Así que le propuse a Bebo hacer cuatro discos. Él se empezó a reír a carcajadas y me dijo que cómo íbamos a hacer cuatro si uno ya era bastante difícil. Pero Bebo tenía música para dos, más otros dos que le quería proponer yo. E hicimos Lágrimas negras entre Madrid, Nueva York y Miami, donde grabamos además Beautiful music; y entre esos dos, también en Nueva York, Suite cubana y El solar de Bebo.

¿Cómo recuerda esa época? Empezar en Madrid ensayando, grabando, viajar a Nueva York, los hoteles… convives mucho, como cuando estás haciendo una película, que ya quedas a desayunar. Eso lo recuerdo como la felicidad. Yo soy especialmente feliz grabando discos, es una pena que se haya acabado esta industria.

¿Se ha acabado? Sí, para los productores independientes como yo, sí. Igual que el cine. La mayoría de los trabajos ahora se hacen por encargo para las grandes compañías, para las plataformas y las televisiones.

Es una pena que se haya acabado esta industria para los productores independientes como yo

¿Qué es lo que más echa de menos de Bebo? Era una persona muy pura. Bebo era un niño grande con una gran memoria y una gran experiencia de la vida. Contaba unas historias estupendas. Pero, sobre todo, lo bonito era su pureza. Tenía una enorme bondad y era muy profesional y cumplidor. Un caballero, un tío impecable a todos los niveles, que es algo difícil de encontrar. ¡Era un tío cojonudo! Realmente le echo mucho de menos a Bebo, que venga, que llame… Rara vez estaba triste. Recuerdo verle emocionarse, pero no triste.

¿Se les quedó algo pendiente? No, porque fue todo muy natural. Ese trabajo con Bebo fueron diez años, desde Lágrimas negras hasta Chico y Rita. Luego ya empezó a estar tocado por la enfermedad y yo le protegía para no meterle en líos. Chico y Rita, con cuidado y llevándole de la mano, fue el último trabajo que él pudo hacer.

¿Con eso cerraron el proyecto? Fue un poco así, sí, aunque los días antes de morirse, cuando estaba ingresado ya en Estocolmo en el hospital, todavía me decía [pone acento cubano]: “Oye, si tienes algún trabajo, tú dime que me voy pa’ Madrid ahora mismo”. Quería escaparse a su Madrid, el meollo alrededor de Gran Vía y plaza de España, que para él era la mejor ciudad del mundo. Era lo que había conocido en los sesenta cuando anduvo por aquí y por eso casi siempre estaba en el Hotel Santo Domingo.

¿Sentía que le debía este homenaje? Más que deberle, lo que me planteaba era que los discos debían estar a disposición tanto física como digitalmente, porque ya estaban agotados. Y la película Old Man Bebo se había puesto en festivales, incluso ganó un premio en Tribeca, pero no estaba disponible para la gente.

Luego, cuando hicimos Chico y Rita pasamos Suite cubana entero a 5.1, que es como se usa el sonido en cine, pero solo usamos un trocito. Para la caja, Jim Anderson se llevó los masters al famoso Skywalker Ranch de George Lucas y lo dejó masterizado entero. Es un lujo oír así la Suite cubana, una de las grandes piezas de Bebo, si no la más importante, y de la música cubana. Es glorioso.

¿Por qué motivo han decidido publicar la caja precisamente ahora? Queremos reeditar todas las cosas de Bebo, en vinilo y cedé, en colaboración con Universal y en tres fases. Por un lado, esta caja; luego Lágrimas negras y todo lo que se hizo a su alrededor. Y después irá lo que grabamos en vivo en el Village Vanguard de Nueva York con Javier Colina, de donde salió solo una selección pero fueron tres días completos y ahora lo publicaremos.

Vamos a reeditar todas las cosas de Bebo, en vinilo y cedé, en colaboración con Universal y en tres fases

La última referencia de Calle 54 Records es de 2016. ¿Esto reactiva el sello? Nada me gustaría más. Hay otras cosas que querría sacar con el sello, como un disco de rhythm and blues que considero una obra maestra, un dream team de músicos neoyorquinos tocando Sam Cooke. Ya se lo he propuesto a Universal… ahora estamos trabajando juntos y espero poder hacerlo.

¿Cuánto hace que montó la discográfica, 20 años? El sello lo creé hacia 2002 para sacar Lágrimas negras (2003), después de la película. Y El solar [de Bebo] fue el primer disco que hice con Bebo, la semana siguiente de rodar Calle 54 (2000). Había juntado a Bebo y Cachao, ambos tenían 80 años y nunca habían grabado juntos… no podía ser que estos dos grandes solo hicieran un tema en la película. Entonces, les propuse que se quedaran una semana más en Nueva York para esto y les encantó la idea.

Entonces, en 2000 estaban ya grabando el primer disco. Sí, el germen de todo fue la película y ese disco, claro. No era consciente de lo de los 20 años. En marzo estábamos grabando en Nueva York…

Fernando Trueba
El cineasta y productor Fernando Trueba posa en su jardín.
ELENA BUENAVISTA

¿Volvería a enfrentarse a un proyecto como ‘Calle 54’ otra vez? Fíjate que tardamos varios años solo en poderles juntar a todos. No quería estar rodando con diferencia de meses porque no salía rentable y, sobre todo, buscaba unidad en el sonido y la imagen. Necesitaba cuadrar las agendas de un montón de artistas y solo eso nos llevó a lo mejor dos años hasta que lo encajamos todo, financiarlo…

¿Sería posible eso hoy en día? Como la hicimos, no, totalmente imposible. La rodamos en 35 mm, con 6 cámaras de Panavision. Eso hoy no lo tiene normalmente ni Spielberg, aunque podría si quisiera, pero ya es el pasado.

Es una vez en la vida. Pues sí, yo me pellizcaba porque me parecía que era un privilegio, un regalo del cielo, hacer una película como esa. Para no sentirme culpable del egoísmo, pensaba en que también iba a ser un regalo después para todos los que la vieran. Esa película tiene fans por todo el mundo, es increíble, la gente la quiere mucho y la sigue viendo.

Yo me pellizcaba porque me parecía que era un privilegio, un regalo del cielo, hacer una película como 'Calle 54'

¿Escucha vinilos? Tengo plato pero no lo uso, más bien cedés y, sobre todo, tengo pasado lo que me gusta a un disco duro, allí lo busco y lo pongo. Es más cómodo que subirse, andar buscando entre los discos, sacarlo, ponerlo...

¿Y oye música en alguna plataforma de ‘streaming’? No, Spotify no le merece la pena al productor, tal vez al artista por difusión pero no da dinero.

¿No le parece importante que los disco estén ahí para la gente? Yo tengo que pensar en mí. Es como si me dices que mis películas deberían estar accesibles para que las vean… No se las voy a regalar a las teles o a las plataformas. La difusión, cuando hay un autor y un productor, tiene unos límites. Pero no me apetece hablar de cosas industriales ni meterme con nadie…

Supongo que ahora que lo va a sacar Universal, estará, pero hace ya tiempo que yo mandé que se retiraran de ahí todos los discos de Calle 54 o que, como mucho, hubiera dos o tres temas. No creo que haya fair play con ellos, ganan mucho dinero a costa de los artistas y los productores.

¿Y qué opinión tiene de las plataformas para ver cine y series 'online'? ¡Es que no estoy muy enterado! Pero mi mujer sí que las usa. Yo voy al cine y proyecto películas en casa. Esta semana hemos visto Margaret (2012) de Kenneth Lonergan, el director de ‘Manchester by the sea’, que es una de las mejores películas de los últimos años y aquí pasó desapercibida. Un peliculón con uno de los mejores guiones en años, no como… mejor no digo más, que rápidamente me pongo a meterme con algo [bromea].

¿Son buenos tiempos para los pianistas? No creo que sean buenos tiempos para los músicos, pero habría que preguntárselo a ellos. Han cambiado tanto las cosas, las maneras de promocionarse, que no te creas que yo sé muy bien cómo funciona. Pero conozco a muchos músicos muy buenos que no pueden vivir tan bien ni permitirse nada... Son tiempos difíciles para todo el mundo. Pero no solo para las artes, también para los jóvenes que han estudiado, con másteres, idiomas, talento… que lo tienen muy difícil y solo encuentran trabajo de camareros. La crisis ha sido muy fuerte y a afectado a todos los ámbitos. Está difícil para todos.

¿Qué diría Bebo de la música que se hace ahora? Pues habría cosas que le gustarían y otras que no. Él estaba muy abierto a los jóvenes pero cuando algo no le gustaba… Recuerdo estar con él en los Grammy, en primera fila, y Bebo se sacó del bolsillo unos tapones y se los puso. Le molestaba ese volumen absurdo y disparatado. Y la música mala. Los músicos buenos, en cuanto oyen música mala se levantan con mucha educación y discreción y se van. ¡No lo pueden soportar!

Los músicos buenos, en cuanto oyen música mala se levantan con mucha educación y discreción y se van

¿Qué le parece que festivales dedicados 'a priori' a otros géneros, por ejemplo el Sonorama, abran hueco a artistas como El Cigala, con el que también ha trabajado? Me parece bien, una de las mejores cosas que le ha pasado a la música es que se rompan las barreras y fronteras, que no esté todo tan etiquetado y separado. Uno de los músicos de jazz de hoy día que más me gustan es Nubya Garcia, una saxofonista británica que toca hip hop y lo que le echen y ella es una jazzera con un sonido a lo Coltrane maravilloso. Pero pertenece a su tiempo y toca con la gente de su época. Es muy bonito que se rompan esas barreras estilísticas.

Por ejemplo, Bebo es un músico cubano, un jazzista y muchas otras cosas, no le puedes encasillar tanto; a él le gustaba tanto la música americana como la cubana y no se dejaba encerrar en esas cosas. La música es la música.

Recuerdo un día comiendo con Jonas Mekas [cineasta de culto, Lituania, 1922-EE UU, 2019] que alguien hablaba de cine experimental y él se levantó y dijo enfadado: “¡No existe el cine independiente ni el cine experimental Solo existe una cosa que es el cine”. Yo pensé que era un sabio, tenía 90 años. Pues igual con la música, la hay buena y mala, nada más.

Ha publicado discos de generaciones de flamencos más jóvenes como Niño Josele y Estrella Morente. ¿Qué opinión le merecen nuevos valores como el Niño de Elche, Rocío Márquez, Soleá Morente o incluso Rosalía, que están desafiando los cánones desde diferentes ángulos? No te creas que he escuchado demasiado… pero eso me gusta. El flamenco se había conservado puro porque ellos se autoencerraban y el mundo también les dejaba en su cajón. Para mí ha sido muy bueno que las nuevas generaciones se hayan abierto. Los primeros que marcaron el camino fueron Paco de Lucía, Morente y Camarón, que sacaron los pies del tiesto. De alguna manera, estaban intentando no quedarse encerrados, mezclarse. Ellos fueron pioneros pero hoy día es casi la norma. Al Cigala le encanta cantar boleros, tangos… siempre le va a dar su toque flamenco pero no se cierra a otras cosas.

Con el que más he trabajado y que además es mi artista favorito en todos los sentidos, no solo en música, es Niño Josele. Soy fan total, no hay nadie que me guste más en el mundo. Yo le he visto entender el jazz, girar con Chick Corea; y tocar con los brasileños y entender ese otro universo musical de una manera increíble. No vale con decir: “Voy a hacer un disquito de bossa o una rumbita”, hay que entenderlo. Niño Josele es de una profundidad que yo no le he visto a nadie. Ni en el cine [se ríe].

Con el que más he trabajado y que además es mi artista favorito en todos los sentidos, no solo música, es Niño Josele

Los guetos y las etiquetas se crean artificialmente. Los músicos antiguos se inspiraban en canciones populares, igual en lo que cantaba una mujer que estaba en la calle lavando la ropa. La música popular y la culta nunca debieron separarse. Quizá en Cuba y Brasil es donde menos se ha separado. En Brasil en los 60 los mejores músicos, como Jobim, lo mismo estaban haciendo un disco popular que uno sinfónico o una banda sonora.

¿Cuál ha sido su película preferida en 2019? Que yo haya visto en 2019, aunque creo que es del año anterior, Un asunto de familia de Koreeda y, de aquí, La virgen de agosto.

La de su hijo Jonás... Sí, es una película que me fascina absolutamente, me conmueve mucho.

¿Le parecen alarmantes los datos del cine español de 2019? La recaudación no ha llegado a 100 millones. En cambio, la asistencia a los cines ha crecido: el año pasado hubo 105,5 millones de asistentes a las salas españolas y 624,1 millones de euros de recaudación, la mejor cifra en los últimos diez años. Ni le he dedicado 10 segundos a pensarlo. Me preguntas de cosas que no me he planteado… Yo creo que ha habido un poco lo que en la música, la desaparición del productor independiente y del cine independiente. El cine ahora está demasiado al dictado de las televisiones y de las grandes plataformas y eso es muy empobrecedor. Hay menos películas interesantes, lógicamente, porque no salen de una fábrica. Salvo que la fábrica llame al independiente y le deje trabajar con sus criterios. Porque si no, al final todo es lo mismo. Si solo apuestan por comedias familiares y cine de terror… pues así estamos.

¿Está trabajando en algún proyecto cinematográfico ahora? Justo acabo de revisar el rodillo de mi nueva película, ya está terminada. Es El olvido que seremos, del libro de Héctor Abad. Pero no sé cuando la voy a estrenar porque no lo decido yo sino los productores. Será este año, pero es una producción colombiana, así que sería lógico que se estrenara antes en Colombia porque ese libro es parte de la vida de ellos. Estoy muy feliz con la película.

Ha perdido a algunos amigos en los últimos años. Bebo (2013), Jerry González (murió en octubre de 2018), Carmen Frías (junio 2019)... Cuando se llega a ese momento vital en el que va uno a más funerales de los que le gustaría, se suele hacer balance y propósitos. ¿Qué le pide Trueba a los próximos 20 años? [Se lo piensa] Creía que me ibas a preguntar de otra cosa, de la edad, de los que se han ido, pero me preguntas sobre una cosa más optimista…

Doy por hecho que está mirando al futuro. No creas, yo miro al presente y bastante al pasado. Tengo el estudio lleno de fotos de amigos que han muerto. Azcona, Bebo, mi amigo Pierre [Gamet]… porque no quiero dejar de mirarlos, no quiero prescindir de ellos.

¿Y sobre los próximos 20 años? Solo le pido a la vida poder seguir haciendo películas en libertad, como las he hecho siempre. Es lo que me gustaría. Porque de lo demás, ¿qué vas a pedir? Pues salud, claro. De joven piensas que los mayores son unos pesados con eso, pero con el tiempo te das cuenta de la razón que tenían [risas].

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