Sin ningún tipo de duda, el 2019 ha sido uno de los peores años en la vida de la princesa Charlène de Mónaco. Ella misma lo reconocía con unas durísimas palabras. Y de alguna forma, tras sus declaraciones, prefirió comenzar el 2020 con una exposición menor a los medios.

Su reaparición pública ha sido este domingo 26 de enero, un día después de cumplir 42 años, con motivo de una de las más icónicas festividades del principado: el Día de Santa Devota.

En el ritual que acompaña a la celebración se pudo ver a la Familia Real monegasca al completo, y Charlène acudió junto con su esposo, el príncipe Alberto de Mónaco, y su pareja de mellizos, que ya tienen cinco años: los pequeños Jacques y Gabriella.

Y aunque ellos suelen ser siempre que aparecen en escena los reyes de la función, lo cierto es que esta vez las cámaras se han dirigido a la princesa debido a los cambios en su rostro que se han detectado y que podrían corresponder a los retoques estéticos a los que se habría sometido.

Como no suele prodigarse en apariciones públicas, lo que ha veces ha perpetuado la rumorología sobre su posible mala relación con su marido, es muy sencillo observar en qué lugar han aparecido esas pequeñas intervenciones.

En este caso, su cara aparece mucho más brillante y tersa, lo que se une a que da la sensación de una mayor redondez y lisura. Además, no es tampoco difícil detectar que sus labios han ganado en volumen.

A ello ayudaban las llamas, dado que parte de las fiestas de la patrona del Principado de Mónaco consisten en quemar una barca como recuerdo de la leyenda de Santa Devota. Según esta, ella era una joven cristiana que sufrió un inmenso martirio en el siglo III por negarse a renunciar a su fe.

No sería esta la primera vez que la exnadadora pasase por el quirófano, pues ya en el pasado se sometió a una rinoplastia, así como ha utilizado técnicas ya más que consolidadas como los rellenos de bótox o ácido hialurónico.