Los más abundantes son los vendedores de bebida, que ofrecen bebida fresca y también aperitivos, como patatas fritas (y algunos, hasta fruta fresca). En una misma zona de la playa pueden llegar a coincidir hasta cinco o seis de estos vendedores, aunque desaparecen cuando pasan los Mossos, que patrullan desde junio. Aunque tienen clientes de todo tipo, un vendedor afirmó ayer a 20 minutos que su clientela más fuerte son los turistas.
También los turistas son la principal fuente de ingresos de las masajistas. Se trata de un servicio emergente en el que, por cinco euros, recibes un masaje de unos 10 minutos, de espalda, cuello y hasta manos y pies.
Y junto a estos, aunque en menor medida y con menos éxito, podemos encontrar los que hacen tatuajes de henna por un mínimo de 3 euros, o los que venden gafas de sol o ropa.
A los bañistas parece gustarles la idea. «No me molestan, y si con esto se pueden ganar la vida...» aseguró ayer Javi, asiduo a la Barceloneta. Los bares y restaurantes de alrededor aseguran que este tipo de venta ambulante no les quita clientela.
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