A Elizabeth Wurtzel (Nueva York, 1967) todo le llegó muy rápido. Antes de terminar la educación primaria le vino a ver la depresión, a los 27 su experiencia con la enfermedad le convirtió en una superventas literaria y a los 52, un cáncer de mama se la ha llevado, también demasiado pronto.
Un artículo publicado en los noventa en el New York Times sobre su primera y más conocida obra, Nación Prozac la catapultó a la fama. En ella, Wurtzel narraba en forma de memorias su experiencia con una depresión que comenzó durante su infancia.
"La obra deja al lector con el poderoso retrato del viaje de ida y vuelta de una chica por el purgatorio de la depresión", escribía el citado periódico en la reseña que popularizó la obra.
El obituario del New York Times, periódico en el que contó también los avances del cáncer que acabó con su vida, destacaron que Nación Prozac "se convirtió en una referencia cultural y parte de una nueva ola de escritura de confesiones". El resto de su obra recibió críticas dispares y nunca alcanzó la repercusión de su opera prima, que se convirtió en un icono de la Generación X.
La narración, plagada de episodios de autolesiones, consumo de drogas e intentos de suicidio fue llevada a la gran pantalla en 2001 con escaso éxito por el director Erik Skjoldbjaerg.
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