PERFIL | Sánchez abre nuevo capítulo de su 'Manual de Resistencia' con su coalición con Unidas Podemos

Pablo Casado felicita a un recién investido presidente, Pedro Sánchez.
Pablo Casado felicita a un recién investido presidente, Pedro Sánchez.
EFE
Pablo Casado felicita a un recién investido presidente, Pedro Sánchez.

El 'Manual de Resistencia' le sigue funcionando. De hecho, este martes ha escrito su último capítulo, según un diputado que se ha presentado en el Congreso con la autobiografía de Pedro Sánchez en la mano. Poco después, Sánchez ha sido reelegido presidente en el Congreso, aunque se trata de la primera vez -de las tres que lo ha intentado- en ver triunfar una investidura ordinaria, es decir, después de unas elecciones, no de una moción de censura. Está por ver, qué pruebas de resistencia le depara la etapa que ahora empieza, una con un Gobierno de coalición con Unidas Podemos.

Este es el resultado final tras dos comicios, en abril y en noviembre, y dos procesos de investidura. Sánchez, el resistente, ya tiene escrito el tercer acto del relato épico que empezó cuando ganó las primarias del PSOE a Susana Díaz. Ese fue el primer acto. El segundo, el triunfo de su moción de censura contra Mariano Rajoy. El tercero ha sido lograr este martes formar el primer gobierno de coalición en España desde la II República. Eso sí, por la mínima: 167 votos frente a 165, con 18 abstenciones.

Con 26 años fue asistente en el Parlamento Europeo de la socialista Bárbara Dührkop y después fue miembro del gabinete del alto representante de la ONU en Bosni, Carlos Westendorp, durante la guerra de Kosovo. Pero su entrada oficial en política fue en 2003, en el ayuntamiento de Madrid, en la candidatura de Trinidad Jiménez, que no se convirtió en alcaldesa, pero en 2006 ofició como concejal la boda de Sánchez con Begoña Gómez. Tienen dos hijas en edad escolar, a las que mantienen alejadas de la esfera pública. Sólo las ha expuesto, indirectamente, cuando La Moncloa publicó en redes sociales dos notas que dejaron para él en su sitio de la mesa del Consejo de Ministros. Fue el pasado mes de septiembre, cuando arreciaban las críticas contra él por el supuesto plagio de su tesis doctoral.

Como en el ayuntamiento madrileño, su llegada al Congreso también fue por renuncia de un compañero. En 2009, la renuncia de Pedro Solbes para convertirse en comisario europeo convirtió a Sánchez en diputado. "Fue pura casualidad", reconoció entonces un discreto parlamentario que, mientras, seguía escalando posiciones en el PSOE.

"Me gusta ser 'fontanero", reconoció en una entrevista en 2011. No era para menos, porque entonces formaba parte del círculo de confianza del entonces secretario de Organización del PSOE, José Blanco, junto a Antonio Hernando y Óscar López. Con los tres terminó distanciado. La experiencia más dolorosa fue con Hernando, que defendió con Sánchez el "no es no" a Rajoy y terminó defendiendo la abstención desde la tribuna del Congreso. De hecho dejó fuera de las listas al Parlamento Europeo a Blanco que aceptó su exclusión "con deportividad", según un colaborador de Sánchez, y anunció sin una mala palabra pública u retirada de la política.

Desde su escaño en el Congreso Sánchez presenció la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero por parte de Alfredo Pérez Rubalcaba y entró en escena cuando en 2014 el entonces diputado Eduardo Madina forzó al PSOE a celebrar primarias para sucederle. Sánchez lo niega, la última vez en sus memorias, pero la versión institucionalizada es que él fue el candidato al que recurrió la entonces todopoderosa presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, para no tener que exponerse ella al voto de los militantes. En las siguientes elecciones, de diciembre de 2015, perdió por primera vez contra Rajoy y el PSOE cayó hasta los 110 escaños, que volvieron a menguar hasta 84 en junio de 2016. Pero empezó la épica que ha rodeado al hoy presidente del Gobierno.

No es no

El "no es no" que en la precampaña a las elecciones de abril recuperó para negar la independencia de Cataluña nació con el rechazo a abstenerse a la investidura de Rajoy en 2015 y en 2016, que le llevó a ser defenestrado de la secretaría general del PSOE y a dejar su escaño. Al borde de las lágrimas, anunció que dejaba su acta para empezar a recorrer las agrupaciones socialistas en busca de apoyos para volver a ganar las primarias. Pocos le creyeron, pero es justo lo que hizo en mayo de 2017, cuando, menos en Andalucía, derrotó por toda España a Susana Díaz.

Las primarias dejaron el partido partido en dos pero también dieron el poder absoluto a Sánchez. Quince días después, presentó la moción de censura contra Rajoy que le llevó a la Moncloa, entre reproches por parte de PP y Ciudadanos por supuestos oscuros pactos con los independentistas catalanes y por no pasar por las urnas.

El 28-A ganó, con unas listas electorales en las que laminó a sus críticos, Sánchez consiguió el hito que le faltaba en su intensa vida política: ganar unas elecciones. Unos comicios tras los que, a su pesar, no pudo formar Gobierno en las dos votaciones que tuvieron lugar durante el mes de julio y que han conducido a las elecciones del 10-N, con otra victoria, aunque más ajustada, y un nuevo proceso de investidura que ha terminado de forma exitosa, aunque también bronca.

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