Un 54% de los españoles creen que las instituciones deben tratar la soledad

  • Para una inmensa mayoría de los ciudadanos el sentirse solos es un problema de tipo social.
  • Solo tres de cada diez prefieren que se resuelva a partir del propio individuo.
  • Las cifras son más bajas entre quienes lo dejan en manos de las familias, los amigos o las ONG.
  • Quienes sienten soledad social apuntan a que se trata de una dificultad de tipo muy personal.
Un chica espera en soledad.
Un chica espera en soledad.
EFE
Un chica espera en soledad.

La soledad es un problema de índole social. Así lo cree la mayoría de los españoles. La encuesta DYM sobre 'Soledad y su percepción' —con el patrocinio de Ibercaja y Comunidad de Madrid— refleja que un 92,6% considera que es un reto de toda la sociedad, frente al 7,4% que opina lo contrario. Más de la mitad (54,2%) expresa que el problema debe ser tratado desde las instituciones públicas frente a un 30,4% que considera que es responsabilidad del propio individuo. A esto hay que añadir a la gente que considera que ha de ser abordado por instituciones privadas (4,7%), por familia y amigos (4,2%) o por organizaciones no gubernamentales (4%).

Las cifras varían un poco cuando se pregunta a las personas que dicen sentirse solas: un 48% asegura que tienen que ser los poderes públicos los que aborden el problema, frente a un 36,2% que lo ve como algo estrictamente personal, y cuya solución pasa por la propia persona.

Es, en cierta medida, llamativo que el porcentaje que apuesta por una solución al asunto a través de las organizaciones no gubernamentales sea tan bajo. Son las que tienden a liderar el mensaje sobre las causas sociales, y esta, según los encuestados, es una de ellas. Como se ha señalado, tienen más peso en esa labor de ayuda los amigos y la familia. En este caso, entre las personas que tienen entre 56 y 65, el entorno íntimo cobra mucha más importancia: un 10,8% de los individuos de esa edad considera que los seres queridos deben ser decisivos en la solución del problema. Ese porcentaje, además, se eleva a un 11,1% entre los que tienen 66 y 75 años. La conclusión de esto es que a medida que se envejece, el entorno más cercano cobra especial relevancia.

Soledad
Soledad

Hay que atender también a la postura que adoptan los más jóvenes. Los de menor edad que se incluyen en la encuesta, que tienen entre 18 y 25 años, ponen el foco sobre la propia persona. El 37,9% (más de siete puntos por encima de la media) considera que la soledad es un problema que tiene que abordar el propio individuo que la siente. A medida que avanza la edad, esa idea de una solución personal a la soledad disminuye, hasta quedarse en un 25,8% entre los mayores de 65 años.

A pesar de ser el colectivo que se autopercibía con un mayor nivel de soledad, son los jóvenes los que en menor grado consideran la soledad como un problema social, aunque la cifra sigue siendo elevada (86,2% en el caso de quienes tienen entre 18 y 25 años). Esta percepción crece con la edad, hasta llegar al 98% en el grupo de quienes tienen más de 65 años.

Los colectivos con un nivel educativo mayor consideran en mayor medida que el responsable de la resolución de este problema debe ser el propio individuo. Los que tienen estudios universitarios tienen esta opinión en un 54,7%, frente a un 31,6% que lo considera responsabilidad de las instituciones públicas. Una mayoría aplastante, eso sí, lo considera un problema social, sea cual sea el nivel de estudios.

No hay grandes diferencias en función de la clase social a la que pertenecen los ciudadanos. En la clase social alta, un 53,6% lo considera responsabilidad de las instituciones públicas, mientras que en la clase social más baja tiene esa opinión un 54,4%.

Los datos que se muestran a lo largo de la encuesta señalan que el camino para solucionar el problema de la soledad parte de una respuesta desde las autoridades. El Gobierno debe abordar el asunto en el corto plazo.

Las personas infelices pasan menos tiempo con sus seres queridos

La felicidad viene, en muchas ocasiones, marcada por la relación que se tiene con las personas que rodean al solitario. Lo cierto es que la encuesta de DYM Market Research concluye que quienes se consideran infelices pasan mucho menos tiempo con sus familiares y amigos. Aquellos que dicen no ser felices pasan una media de 17 horas semanales de media con sus seres queridos, frente a las 29 horas en las que la gente feliz y muy feliz se encuentra con las personas más cercanas.

La felicidad o no de una persona no muestra excesivas diferencias si atendemos al uso de internet, redes sociales o televisión. Los porcentajes son muy similares entre la gente infeliz y la que es feliz. Son las actividades sociales las que evidencian mayores distancias. Se puede usar como ejemplo el pasatiempo de pasear por el campo o ir de excursión: opta por ella un 85,7% de la gente que es feliz, frente a un 62,5% que dicen no experimentar esa sensación de felicidad. El cisma se acentúa en el tiempo que se pasa con amigos, opción para el 89,2% de los felices y que se queda en un 61,6% entre aquellos individuos que no lo son.

Hacer deporte es un pasatiempo en el que se ven importantes diferencias. No es una preferencia para aquellos que dicen ser infelices (48,1%), pero el porcentaje sube hasta un 73,4% en los individuos que se consideran felices o muy felices. La asistencia a eventos culturales o deportivos sigue la misma línea: la cifra se queda en un 27,5% entre quienes sienten infelicidad y se eleva hasta más de la mitad (57,9%) en las personas que son felices. La conclusión es que las actividades solitarias son más elegidas por los que son infelices.

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