Isabel Pantoja: el renacer de una diva cosida por la desgracia

  • La cantante ha encontrado en la fe el refugio para entender una vida manchada por la tragedia.
  • Doña Ana, su madre, es una de las responsables de que Isabel haya alcanzado gloria y esplendor.
Isabel Pantoja en la presentación de 'Idol Kids'.
Isabel Pantoja en la presentación de 'Idol Kids'.
GTRES
Isabel Pantoja en la presentación de 'Idol Kids'.

Entre lo amargo y lo dulce. Isabel Pantoja saborea la recta final del año siendo, de nuevo, el personaje más influyente del papel cuché.

Su nombre es sinónimo de controversia, rentabilidad y acalorado debate. Es origen, nexo y fin de prácticamente todas las historias del colorín. Despojada de miedos y demandas, este año se convirtió contra todo pronóstico en una de las robinsonas de la última edición de Supervivientes que, gracias a su presencia, logró datos de audiencia estratosféricos.

En Honduras demostró que eso de ser una diva no se hace, sino que se nace. A sus sesenta y muchos, luchó con uñas y dientes en las pruebas físicas y demostró soltura y naturalidad en las tramas más polémicas.

Cuando parecía ganadora del concurso, un despunte de la dolencia crónica que padece la obligó a abandonar el concurso. Lo hizo bañada en un mar caribeño repleto de lágrimas, con ese dramatismo tan Pantoja y tan coplero con el que afronta todas las adversidades.

Ejemplo de resiliencia o falsa resignación, la cantante ha encontrado en la fe el refugio al que acudir para entender una vida manchada por la tragedia. No lo ha tenido fácil. La muerte de su exmarido Paquirri, en plena efervescencia sentimental, fue la primera de una catarata de desgracias que marcaron su vida.

Jamás pensó que un final tan amargo le arrebataría al único amor de su vida. Más de tres décadas después, sigue recordándolo cada noche y en cada rincón de la finca Cantora, en la que los recuerdos del pasado conviven con sueños todavía por definir.

El episodio más complicado, culmen de sus infortunios, llegó hace unos años con su ingreso en prisión. La confianza ciega en Julián Muñoz, exalcalde de Marbella, la llevó a enrolarse en un viaje para el que eligió al peor acompañante. Isabel cumplió –y de qué manera– con los designios judiciales y salió victoriosa de una condena larga que también fue televisiva. Sufrió envites complicados y graves acusaciones que la afectaron también en lo anímico.

El próximo año volverá a los escenarios. Regresará a su verdadero hábitat natural

Pasados los tiempos entre penumbras, el próximo año se prevé también muy movido. No solo porque se estrenará el programa infantil de talentos en el que ha ejercido como jurado, sino porque volverá a los escenarios. Regresará a su verdadero hábitat natural.

Todo está preparado para la rentrée, que tendrá lugar el 6 de marzo en una plaza complicada, la del antiguo Palacio de los Deportes de Madrid (WiZink center). Será allí donde Pantoja renacerá (otra vez). Lo hará con un cambio de look ideado por Alberto Dugarte y con la presentación de dos temas nuevos con los que pretende demostrar que todavía le queda mucho por cantar.

En esta ocasión, su madre no podrá acompañarla. Doña Ana sigue luchando contra esa enfermedad del olvido que la ha postrado en una cama de la que ya apenas se mueve. Su frágil salud ha alterado el brillo de esa estrella que pesa tanto y ha provocado que Isabel tenga que modificar o cancelar proyectos profesionales para estar a su lado.

Tras unos meses de vaivenes, los hijos de Isabel han vuelto al redil.

Doña Ana es una institución en lo rosa. Principal valedora de su hija, es una de las responsables de que Isabel haya alcanzado gloria y esplendor en el terreno profesional. También ha sido pegamento familiar en tiempos coléricos a pesar de que Chabelita la señale como responsable de una ruptura familiar que parece estar llegando a su fin.

Tras unos meses de vaivenes, los hijos de Isabel han vuelto al redil. Aunque todavía no han mantenido esa conversación sanadora que les acercará definitivamente, Kiko ya ha demostrado que siente adoración por su hermana y no le ha importado ceder orgullo para agradar a su madre. Es su mayor reto, pero también la mayor de sus necesidades. La reconciliación definitiva sería, sin ningún género de dudas, el mejor regalo para un año que tiene todos los ingredientes para ser más Pantoja que nunca.

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